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El comercio caribeño y atlántico de los puertos neogranadinos

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La “convergencia” de las políticas comerciales británicas y españolas hacia un comercio más abierto resultó en la expansión y legalización de interacciones transimperiales que previamente se consideraban ilegales35. La consolidación de los puertos libres británicos tras la Revolución de las Trece Colonias, junto con las concesiones de las autoridades españolas para comerciar con extranjeros neutrales, ofreció un impulso muy necesario a un futuro económico que los comerciantes de Kingston percibían incierto36. Las guerras europeas de la década de 1790 y del temprano siglo XIX, con sus consecuentes reorganizaciones territoriales, básicamente eliminaron la competencia holandesa y francesa en el comercio del Caribe. Beneficiándose de su neutralidad durante estas guerras, otros poderes menos tradicionales —los recientemente independientes Estados Unidos y las islas danesas del Caribe— fueron capaces de fisurar lo que se veía cada vez más como un espacio de monopolio británico. De la década de 1780 a la de 1810, así, la combinación de la relajación de las políticas comerciales y la guerra le dieron forma a un sistema de intercambio interimperial caracterizado por la reanimación de Kingston como gran centro comercial caribeño, acompañado por un surgimiento esporádico de las islas danesas y de una insinuación temprana del futuro poderío comercial de los Estados Unidos.

Desde la perspectiva de los puertos de Nueva Granada, el funcionamiento de este nuevo sistema comercial puede resumirse en cuatro grandes desarrollos: (1) un aumento en el comercio con España durante la década de 1780; (2) la legalización del comercio con colonias extranjeras neutrales acompañada por una redefinición de los modos de conducir el intercambio comercial; (3) una diversificación de los puertos involucrados en el comercio internacional y (4) una mayor frecuencia en términos de contactos con territorios extranjeros. Como un todo, el período entre 1784 y 1818 se caracterizó por una consolidación de las redes comerciales que vinculaban varios puertos neogranadinos (no solo Cartagena) con una variedad de puertos españoles y extranjeros en el Caribe y el Atlántico noroccidental.

La centralidad de Cartagena en las relaciones comerciales de Nueva Granada, tanto con España como con las colonias del Caribe, es incuestionable. Gracias a su rol como uno de los puertos mayores de la América española y como la base de un importante grupo de comerciantes que monopolizaron el comercio trasatlántico de Nueva Granada hasta el final de la década de 1770, Cartagena había sido central para el sistema comercial español desde el siglo XVI37. No obstante, el énfasis excesivo en Cartagena ha creado una tendencia a ignorar otros puertos y, en el proceso, a borrar rutas importantes que comunicaron a Nueva Granada con los mundos del Caribe y del Atlántico38. En los estudios sobre el comercio centrados en Cartagena, puertos como Santa Marta, Portobelo y Riohacha —oficialmente clasificados como puertos menores de Nueva Granada— aparecen como subordinados de Cartagena. Su estatus de subordinados los relega a la condición de puertos locales casi exclusivamente conectados con el mundo más amplio a través de su comercio local con Cartagena. En gran medida como resultado de la disponibilidad de fuentes primarias (los registros portuarios de Nueva Granada solo están disponibles para Cartagena y Santa Marta), los análisis de las relaciones comerciales de Nueva Granada han simplificado lo que los actores contemporáneos reconocían como un sofisticado sistema de intercambios comerciales. El uso de fuentes alternativas (en este caso, registros portuarios de Kingston, Jamaica) debe producir una reconstrucción más matizada de las redes comerciales que conectaban a Nueva Granada con puertos del Caribe y del Atlántico.

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