Читать книгу Atropos - Federico Betti, Federico Betti - Страница 10
Оглавление7
El autobús estaba a rebosar a aquella hora de la mañana: muchos estudiantes iban a la escuela y ocupaban la mayor parte de los asientos. El hombre, de todas formas, no tenÃa ningún problema para quedarse de pie, porque sabÃa que el trayecto que harÃa serÃa bastante corto.
En cuanto llegó a la parada más próxima a su destino descendió y se puso a andar a lo largo de la acera.
Atravesó la circunvalación y comenzó a recorrer la Calle Mayor en dirección al centro de la ciudad. Casi ciento cincuenta metros más adelante giró a la derecha para llegar a vÃa San Vitale y entró en un negocio de flores que habÃa debajo del pórtico.
âBuenos dÃas,â dijo, âEstoy pensando en comprar algunas flores, ¿las entrega a domicilio, verdad?â
âPor supuestoâ, respondió la muchacha.
âMuy bien.â
â¿En qué tipo de flores está pensando?â
âCrisantemos,â respondió el hombre, âUn bonito ramo de crisantemos.â
La muchacha quedó un momento sin decir una palabra, pensando en la petición, a continuación se puso a preparar el ramo.
â¿SerÃa posible hablar con el dueño de la tienda?â
âEn estos momentos no está.â
â¿Cuándo lo podrÃa ver?â
âPor lo general pasa por la tienda en el transcurso de la tarde, ya casi de noche.â
â¿Todos los dÃas?â
âHabitualmente sÃ, a menos que tenga algún compromiso que no se lo permita.â
âGracias por la información y las flores. ¿Puede tenerlas aquà hasta esta tarde?â
âPor supuesto.â
âBien, entonces hasta la tarde.â
â¿Se conocen?â preguntó la muchacha, refiriéndose al dueño de la tienda y al hombre que lo estaba buscando. âSi me llama, quizás puedo decirle que usted ha pasado por aquà y que pasará al final del dÃa.â
âNo se preocupe, no hay problema. Puedo pasar tranquilamente, aunque no le diga nada.â
La muchacha asintió, y después de que el hombre se hubiese ido, algunos minutos más tarde, pensó en su extraño comportamiento.
Aquella tarde, sin que la muchacha hubiese dicho nada sobre la visita matinal del hombre, este último y el dueño de la floristerÃa hablaron durante casi una hora en un bar que habÃa al lado de la tienda.
Cuando los dos se despidieron, el florista reentró en la tienda, cogió el ramo de crisantemos y lo repuso en la pequeña habitación que habÃa al fondo del local.