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II.2. En defensa del mix energético

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En la última década, entre el 30 y el 40% de la energía de nuestro país se ha podido suplir con fuentes renovables1, lo que es un gran peso en el mix energético. Sin embargo, este tipo de energías alternativas no pueden todavía hacer frente al total de la demanda nacional puesto que no disponen de una tecnología que las permita ser pilar en el sistema eléctrico. Por ejemplo, no cuentan con mecanismos de almacenaje de energía, por lo que es importante la existencia de centrales que permitan respaldar las carencias de estas nuevas energías.

De hecho, para lograr los gigavatios de potencia que deberían alcanzar las renovables de acuerdo con el PNIEC 2021-2030 se necesitaría una inversión de 101.600 millones de euros a realizar por las empresas del sector y el Gobierno. Aun así, la partida presupuestaria del Ministerio de Transición Ecológica supone 5.502 millones de euros, de los cuales 1.900 millones irían destinados a las energías renovables2.

Un ejemplo claro a este respecto es la subida de los precios experimentada en nuestro país con la borrasca Filomena en enero de 2021, lo que pone de manifiesto la volatilidad de los precios de las energías. Dicha subida se ha visto provocada por tres factores principalmente: la poca potencia de las energías renovables en el total de la generación eléctrica, el aumento del precio del gas y el aumento del precio del dióxido de carbono3.

Durante la semana que ha durado el temporal, la producción de energía en España se distribuyó de la siguiente manera.

Figura 2.2. Estructura de la producción energética durante el temporal Filomena.


Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Diario El País4.

Se puede observar cómo es la energía nuclear la que más peso tuvo, si bien es cierto que el peso de las renovables en conjunto es bastante significativo. Cabe añadir que aproximadamente el 72,5% del total de la producción energética fue no contaminante y libre de emisiones de dióxido de carbono.

Poniendo en relación el producto interior bruto de los países con el nivel de emisiones derivadas de la producción de energía, un estudio elaborado por investigadores de las Universidades de Sussex y Múnich en el año 2020 relaciona ambas variables. De este modo concluye que aquellos países con un PIB per cápita elevado son más proclives a la reducción de las emisiones de CO2 debido a la existencia de un mayor número de fuentes de energía de origen renovable. Del mismo modo, los países con un PIB per cápita menor llevan asociado una mayor emisión de estos gases5.

En esta línea y siguiendo la “hipótesis de mitigación climática” que proponen los autores, se espera que, ante un mayor peso de las energías renovables en los países, las emisiones de dióxido de carbono se vayan viendo reducidas.

De esta forma y de manera progresiva, se podría imitar el sistema de energía con el que ya cuentan 139 países el cual se basa en el uso de energías renovables (agua, viento y energía solar) como única fuente de producción energética, si bien es cierto que se debe incluir el matiz de que el suministro 100% libre de contaminación se logra de manera temporal y no permanente. En esa lista de países podemos encontrar Islandia, Noruega, Costa Rica o Uruguay6 entre otros.

El panorama actual también señala un futuro prometedor para las energías renovables, sin embargo, queda camino por recorrer en cuanto al desarrollo y mejora de los sistemas de almacenamiento de estas energías y la reducción del coste de las mismas como principales factores para poder ser un país más dentro de esa lista previamente mencionada.

Transición ecológica y desarrollo rural

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