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3.2 El digital divide y sus indicadores
ОглавлениеLa disparidad de cultura tecnológica y sus causas (la revolución digital no favorece de la misma manera a todos) constituyen el campo del digital divide. Como he tratado de explicar, el problema se reduce al conocimiento y a la creatividad; por eso, también en los países líderes en tecnología pueden existir desigualdades de oportunidades, y estos contextos evidencian, entonces, que no se trata de diferenciar entre los que poseen y los que no poseen tecnología en términos de hardware. En efecto, la desventaja económica y material (el hardware) se puede colmar fácilmente,40 pero es mucho más difícil lidiar con la diferencia de conocimientos y habilidades. Sucede entonces que persiguiendo la estrategia más facil —regalar computadoras e instalar banda ancha por todos lados—, en realidad se puede aumentar la disparidad entre quien construye o domina la tecnología y quien la consume.
Hay que pensar al digital divide de otra manera: el verdadero gap tecnológico debería evaluarse con base en la tasa de contribuciones originales que una cierta sociedad sabe desarrollar, o en las motivaciones y criterios que se aplican en la navegación del ciberespacio, más allá del chat y del juego. A este propósito, tiene razón Eszter Hargittai cuando dice que la categoría del digital divide se explica solo en términos cualitativos.41
Según Hargittai, el diferencial tecnológico con respecto a internet — parámetro que podemos generalizar para las tecnologías de la información en general— se presenta bajo cinco puntos de vista diferentes: a) técnico: software, hardware, calidad del enlace; b) autonomía de uso, accesibilidad y libertad de acceso al medio; c) tipologías de uso: cómo y para qué se usa internet; d) soporte tecnológico: el entorno cultural que pueda apoyar al usuario; y e) habilidades: en qué grado se usa el medio de modo efectivo.
Como se puede notar, la clave no es la disponibilidad de hardware, lo que se reitera ulteriormente en un estudio reciente de los australianos Barbara Crump y Andrea McIlroy:
La polaridad entre aquellos que poseen y aquellos que no poseen, pensada ingenuamente en términos de acceso y sobre la creencia de que todos quieran acceder a las tecnologías de la información, es incorrecta. Como demuestra la investigación, no todos los no poseedores quieren volverse poseedores, y tampoco existe el convencimiento de que las tecnologías de la información aporten beneficios concretos a su estilo de vida.42