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3.3 Los aspectos ideológicos del digital divide y el software
ОглавлениеLa trampa de la lectura tecnocéntrica del digital divide resulta manifiesta, tanto como la presencia de las estrategias económicas y políticas que la empujan. Según un reporte presentado en el 2004 por Maya van der Velden:
En la política del desarrollo, el rol de las tecnologías de la información es ayudar a equilibrar las diferencias culturales facilitando el intercambio de la información, la educación, la investigación, la producción, los servicios financieros y las demás actividades involucradas en la sociedad de la información. El discurso principal respecto al desarrollo se fundamenta sobre las categorías de modernidad y de crecimiento económico. Muchas teorías sobre lo tecnológico y el desarrollo se apoyan en esta racionalidad técnica: el crecimiento no es posible sin las tecnologías de la información.43
Lo que se cuestiona es la supuesta neutralidad benéfica de computadoras, redes y software:
En efecto, las tecnologías de la información, como cualquier tecnología, son el resultado de una serie de posturas sociales, económicas, culturales y políticas. Es también posible establecer un enlace entre el diseño de algunas tecnologías y las formas de organización de la autoridad y del poder en los contextos sociales que han producido o escogido dichas tecnologías. […] Las tecnologías de la información tienen una inclinación coherente con la globalización económica. Facilitan la comunicación a larga distancia entre el centro y la periferia, pero favorecen, mientras descentralizan, la centralización del control y de la toma de decisiones.44
En este sentido, la naturaleza inmaterial y oculta del software y de los sistemas informativos subyacentes hace que el digital divide venga colmado sólo al nivel superficial de la interfaz, porque las barreras puestas por las jerarquías del conocimiento y del poder, que pertenecen al dominio del código y que son, por lo tanto, inaccesibles a los usuarios, quedan intactas. Así, las instituciones educativas de los países en vías de desarrollo, que apuestan por el software libre y abierto, deben ser conscientes de que estas arquitecturas son realmente democráticas solo si existe la voluntad de empeñarse en colaborar con tecnologías y conocimientos propios y en diseñar software y aplicaciones originales. En caso contrario, el usuario no cambia su condición de consumidor, aunque el software que utilice sea libre.45