Читать книгу Historias malditas y ocultas de la historia - Francisco José Fernández García - Страница 12
ОглавлениеLa magia es un puente que te permite ir del
mundo visible hacia el invisible. Y aprender
las lecciones de ambos mundos.
Paulo Coelho
CASANDRA, PRINCESA Y ADIVINADORA IGNORADA
Esquilo nos cuenta en la Orestíada (compuesta de las obras Agamenón, Las coéforas y Las euménides) la leyenda de la hermosa Casandra, hija de Príamo y Hécuba, ambos reyes de Troya en los últimos días de su destrucción. Según el relato, la belleza de la princesa era tanta que encandiló al mismísimo dios Apolo (hijo de Zeus), por lo que éste, locamente enamorado de ella, le concedió el poder de la adivinación. A cambio de este don, Casandra debía guardar su virginidad sólo para él. Parece ser que esto no fue así y Casandra rompió su parte del trato. Cuando Apolo se enteró de la traición montó en cólera y la repudió escupiéndole en la boca. De esta manera Casandra no perdía su don, sino todo lo contrario: el castigo consistió en que sus certeras profecías no serían creídas por nadie.
Según los clásicos, algunas de sus profecías se sitúan justo antes de la caída de Troya, cuando anunció la llegada de un joven que llevaría la ruina a la ciudad. Éste no era otro que el apuesto príncipe Paris, hermano de Casandra y que se había criado en el monte Ida. Cuenta la Historia que Casandra hizo todo cuanto estuvo en sus manos para asesinarle y así evitar que la profecía se cumpliera, pero en el último instante fue reconocido por los ciudadanos de Troya como el hijo de Príamo, y se quedó en la ciudad. También se cuenta que Casandra adivinó la trampa que habían preparado los griegos para tomar la ciudad: el caballo de madera que ocultaba un destacamento de guerreros. Los troyanos, que lo consideraron un obsequio para sus dioses, lo introdujeron dentro del recinto amurallado haciendo caso omiso de las advertencias de la joven princesa y cayendo en la trampa que les habían tendido.
Después de la destrucción de Troya, Casandra fue tomada como prisionera por el famoso Agamenón —uno de los reyes pertenecientes a la alianza griega contra Troya—, que se enamoró perdidamente de ella y la acogió bajo su custodia. Al llegar a Grecia, la mujer de Agamenón (Clitemnestra) no pudo soportar los celos y preparó el asesinato de Agamenón junto con Egisto. Casandra lo percibió claramente en una visión y lo relató así:
Casandra.- ¡Ay, ay! ¡Qué fuego! ¡Penetra mi ser! ¡Oh Apolo Licio, ay, ay de mí! ¡Esta leona de dos pies, que con un lobo se acuesta en ausencia del noble león, me va a matar! ¡Desgraciada de mí! ¡Como si preparara un veneno, en la vasija de su rencor pondrá también lo que él debe por mí! ¡Mientras afila el puñal contra el marido, se está jactando de que va a hacerle pagar con la muerte el haberme traído!
¿Por qué, entonces, debo tener lo que para mí constituye un escarnio?: el cetro y, en torno a mi cuello, las guirnaldas de profetisa. ¡Voy a destruiros antes de mi muerte!
Más adelante, en la misma obra, unas señales le anuncian con segundos de antelación el momento de su muerte:
Casandra.- ¡Ay de ti, padre, y de tus nobles hijos! ¡Quita! ¡Quita! La casa exhala muerte que chorrea sangre. Es un hedor semejante al que procede de un sepulcro. ¡Ea! Voy a llorar dentro del palacio mi muerte y la de Agamenón. ¡Basta de vivir!
¡Ay, extranjeros! No gimo de miedo como un pajarillo en un matorral, sino para que, una vez muerta, seáis mis testigos cuando una mujer caiga para pagar la muerte de un hombre que tuvo una esposa perversa. Como voy a morir, os pido este don de hospitalidad…
Por sólo una vez más, quiero decir unas palabras o un fúnebre canto por mí misma: ante esta luz del sol, la última que veo, ruego a mis vengadores que hagan pagar a la vez su pena a mis asesinos, por esta esclava muerta, por ese fácil crimen.
Parece ser que esta visión, que estuvo acompañada de olores extraños, no la comunicó a nadie, pues con su muerte también moría el que destruyó su patria, Troya. Como vemos, la gente siempre ha sentido curiosidad y preocupación por los hechos insólitos, sobrenaturales y mágicos, que han sido recogidos por autores de todas las épocas y culturas.