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CAPÍTULO IX

MONEAR

—¡Periquita, Periquita, ¡nos van a dejar ir a tumbar aguacates!

Con esta noticia casi gritando, me llamó Camoa, que estaba emocionada y no era para menos. Camoa era una chica, una guaricha alta para su edad, era más alta que yo. En ese tiempo tendríamos como nueve o diez años y éramos muy amigas, a ella le encantaba trepar matas o monear árboles.

En Pueblo un oficio muy importante en el que se emplea bastante labor es el de buscar aguacates en las montañas y traerlos hasta la Gran Cocina de Pueblo. Bajar los aguacates jechos de las matas requiere de alguien que trepe y monee hasta donde estén las frutas, los alcance y los suelte a los recogedores que deben tomarlos en el aire sin dejarlos caer para que no se estropeen porque son muy delicados y si se golpean se dañan. Pero las ramas de las matas ya soportan mucho peso de tantas y tantas frutas que tienen colgando y es por eso que los niños y las niñas trepan y hacen esa labor, porque son ligeros-livianos. Este no deja de ser un oficio que entrañe ciertos riesgos. Bueno, uno solo: ¡el de caerse!

Aun así, a Camoa le encanta trepar y monear y ser útil. Y ella es fuerte y flexible y es buena para eso. Claro, nadie quiere ver a una guaricha caer y aporrearse, por eso se toman previsiones. En verdad los accidentes por caerse de las matas son infrecuentes… pero han pasado. Podemos usar monos de verdad, a los que hemos enseñado a bajar los aguacates de las matas; es decir, a despegarlos y dejarlos caer para ser atrapados abajo. Y ellos son buenos y rápidos haciendo eso y no se caen porque saben de matas todo lo que se puede saber y porque son muy ligeros en verdad, pero aun así se trepa por puro gusto y ese día había matas fáciles de trepar y no me acuerdo si los monos habían sido llevados a otros lugares. El total es que Camoa estaba contenta.

—Vamos, Periquita, ¡apúrate! —dijo.

Tampoco es que yo quisiera mucho ir a tumbar aguacates.

—Bueno, bueno, vámonos de una —le dije, saliendo rapidito con ella—. Total, ya estaba vestida.

—Qué bueno, ¡me gusta que vayemos las dos juntas! —dijo.

—Que vayamos, Camoa, que vayamos.

Y nos fuimos riendo.

En verdad que con los monos no necesitamos que ninguna guaricha monee matas para tumbar aguacates ni ninguna otra fruta, pero trepar desarrolla, forma, fortalece los músculos y la flexibilidad. Genera fuerza, balance, cálculo y habilidad —eso nos dicen— y te coloca en un lugar que no es el suelo y eso ayuda a un guerrero a ser mejor —también eso nos dice—. Y será por todas esas virtudes que, aunque tenemos monos que lo hacen mejor que nosotras, nos siguen llevando a tumbar aguacates y es gustoso hacerlo y mucho más cuando sabemos que, aunque pequeñas, contribuimos con nuestras manos —y nuestras cabezas, dice Camoa— a la economía de Pueblo.

—A la mesa de Pueblo —digo yo.

—Y a la barriga de muchos. —Se ríe Camoa.

¿Te gusta subir-trepar-monear árboles? ¿Y que al estar alto en las copas el viento remeza las ramas y te baile de un lado al otro? Y si hay vientos fuertes en Pueblo, lo que no es común, son muchos los que trepan para sentirse mecidos y remecidos por el vendaval. ¡Y se hace por puro gusto!

Claro, cuando la guarichera es llevada a monear palos, no hay desorden ni bromas. Debe hacerse con concentración y cuidado, y llevamos protección para la cabeza en caso de golpes o caídas. Aunque las matas de aguacate no son muy altas, si se llega a romper de repente la rama en la que estás, deberías por precaución haber tenido cuatro apoyos, al menos tres, por tanto, no deberías caerte con la rama, porque si se rompe donde tienes los pies, aun te queda firme donde tienes las manos. ¡Y aunque caigas, aun puedes tratar de agarrarte de otras ramas o al menos tratar de no caer de platanazo! Hay que tratar de caer con ambos pies, para que las rodillas tomen lo más del impulso y hay que hacer otras maniobras más… pero la tierra blanda y mullida también te ayuda. Desde muy pequeños somos hábiles para correr-saltar-trepar-monear-desaparecer-nadar-pelear, y aprendemos a caer-rodar. Ser uno con el movimiento y todo eso nos ayuda.

¿Sabes?, cuando hemos enfrentado a fuereños, ellos dicen que tenemos magias, que desaparecemos frente a sus ojos, que volamos sobre las piedras. Y si vieras a nuestra gente moviéndose rápido en verdad, corriendo, saltando piedras, trepando barrancos o rocas, tal vez pensarías lo mismo, pues en Pueblo somos guerreros y en eso trabajamos todo el tiempo día-noche-viento-lluvia-sol-agua-río-tierra-roca-árbol-barranco-abismo-quietud-desaparecer-ser monte uno mismo-tierra-raíz-hoja-rama, todo eso somos.

La Guerra del  Fin del Mundo de Periquita Robles

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