Читать книгу La Guerra del Fin del Mundo de Periquita Robles - Gabriel Széplaki Otahola - Страница 8

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CAPÍTULO II

PUEBLO

¡Hola!, ¿cómo estás? ¡Espero que bien!

Ya mencioné que vivimos en Pueblo. Pueblo es el pueblo en donde vivimos. Claro, eso lo sé yo, pero no lo sabes tú. No lo puedes saber porque, aunque no es que nadie lo sepa y no es que nuestra existencia sea un secreto desconocido, ¡tampoco es algo muy conocido! En Pueblo hemos tratado de que sea así. Bueno, aunque ahorita no sea un secreto, no quiere decir que en los pasados tiempos no lo fuera. Porque sí lo era y era un secreto celosamente guardado.

Nuestra existencia dependía de que no se supiera que existíamos. No somos unos recién llegados, aunque claro que si nos comparamos con estas montañas o con Río que están aquí desde que el mundo es mundo, entonces sí somos unos recién llegados. Pues llegamos a este valle donde ahora está Pueblo en el año 1700, al que nosotros en Pueblo, en nuestro calendario, llamamos «año primero» o «año uno».

¡Ay!, con todo esto de que, si era secreto o no secreto, he dicho muy poco de Pueblo. Solo he dicho que sin ser algo desconocido, tampoco era muy conocido. Y eso es así, porque Pueblo fue fundado por personas que habían llegado hasta aquí huyendo de la maldad y de la esclavitud o, mejor dicho, llegaron aquí buscando vivir dignamente, con belleza y en libertad.

En Pueblo no somos tan iguales unos de otros, aunque sí nos parecemos entre nosotros. ¡En Pueblo somos gentes bonitas! Y no es que lo digamos nosotras solamente. Es la impresión y lo que dicen los fuereños una vez que han venido. Y somos gentes bonitas, porque somos gentes mestizas, personas de varios pueblos, con diferentes colores de piel, con ojos rasgados o redondos, con cabellos oscuros y lisos o claros como la miel de las colmenas, o con muchos rulos u ondas suaves y muchos más.

Hace mucho tiempo. ¿Sabes tú qué es el tiempo? Bueno, hace bastante tiempo nuestros ancestros a quienes llamamos nuestros Abuelos, que no son nuestros abuelos, ni mis abuelos de carne y hueso que me hablan y me consienten, sino los hombres y mujeres que se asentaron en estas tierras y que levantaron las bases de lo que hoy es Pueblo. Bueno, ellos, nuestros ancestros, nuestros padres en otro tiempo o los Abuelos fueron quienes llegaron primero y desde entonces estamos aquí, en esta Tierra.

Si ellos volvieran a vivir, reconocerían Valle y tal vez Río, pero no reconocerían Pueblo, porque Pueblo ya no es el pueblo que ellos fundaron, aunque también lo sigue siendo de muchos modos. Pero, así como se ha dicho que ninguna persona se baña dos veces en el mismo río, Pueblo ya no es el mismo. Como no lo será ya más de ninguna manera si los demonios logran vencernos. Estos demonios no son los mismos demonios de los tiempos pasados. Pero siguen en su afán por destruir y eso los hace seguir siendo demonios.

Bueno, por cierto, Pueblo queda en Valle y Valle en una montaña entre muchas montañas y es justo allí donde nosotros vivimos. Nos llamamos «hijos de la montaña», pero también llamamos montaña a la selva, al bosque, así que también nos llamamos «hijos del bosque» y el bosque es árbol-agua-tierra-hoja caída-loto de mil pétalos-sombra-sol-luz-viento-remolinos. Así que podemos decir que somos hijos de las hojas, del río, del viento, de las nubes, de la noche, de los remolinos y es verdad.

¿Te consideras a ti como un hijo del viento, de la tormenta, del agua, de la vida?

¡Qué bueno! ¡Entonces ves que también podemos ser hermanos!

Bueno, en aquellos tiempos en las tierras bajas, lejos de donde es Pueblo, vivían hombres terribles. Hombres que destruían las selvas y los bosques y para ello se servían del trabajo de otros hombres a quienes obligaban a trabajar y a quienes llamaban «esclavos».

Era una vida dura y difícil, llena solo con miserias, penas y castigos. Lo más duro era una vida sin belleza, sin libertad, llena del embrutecimiento del espíritu y de hambre. Pero los ojos existen —dicen— y ven, y el cielo existe y los pájaros vuelan. También los hombres vuelan. ¡Volamos!

La Guerra del  Fin del Mundo de Periquita Robles

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