Читать книгу Daría mi vida por volver a vivir - Germán Agustín Pagano - Страница 10

El taxista

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Lunes veinte de septiembre, un día hermoso. El comienzo de Lucí fue un poco cansador, ya que no se podía despertar después de un sueño particular. Que será de esos momentos perdidos que uno desperdicia durmiendo, pero lo que se duerme se aprovecha. Dicen que el tiempo es relativo, pero en ese momento el tiempo no era tanto lo que decían, sino un problema del presente para él. Preparó todos los trabajos y lo que se relacionaba con lo llamado sustentación del subsistir. Un amigo lo esperaba en la puerta y, con poca energía, bajó por el ascensor. Se dirigió a la puerta y Marcos, su amigo, lo saludó y le aconsejó tomar un taxi. Aunque Lucí estaba poco decidido, tomaron uno en la esquina de su departamento. El conductor estaba un poco alterado y, aunque sabían que llegarían a destino, no les gustó para nada la situación.

Lucí y su amigo estaban en la parte trasera del vehículo, un poco rudimentario para la época moderna. El conductor, con poca paciencia, empezó a tomar mucha velocidad, tanta que en un momento cruzó un semáforo en rojo y atropelló a una señora. Siguió conduciendo a la misma velocidad, sin parar. Los dos le preguntaron qué estaba pasando, estaban impactados por el hecho. El señor, titulado psicópata, se dio cuenta de que tenía dos testigos que vieron lo que había pasado. Mientras sostenía el volante con una mano, con la otra se estiró y agarró, de la parte de atrás del asiento de al lado suyo, una pistola 9 mm. Empezaron a forcejear y los mató de un tiro a cada uno.

Alterar el sistema produce locuras momentáneas que pueden arruinar futuros prometedores y familias que no olvidarán por lo que pasaron. Qué destino nos depara en una selva de humanos que se matan entre sí…

Daría mi vida por volver a vivir

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