Читать книгу Daría mi vida por volver a vivir - Germán Agustín Pagano - Страница 4
Artedemustri y el complejo de la sabiduría externa
ОглавлениеSaber que vamos en un mismo sentido nos hace retroceder en la vida. Todos tenemos objetivos y somos iguales en nuestra estructura simple o compleja. Pero el joven Artedemustri buscaba alternativas, por lo que lograba vivencias propias para establecer contacto con la razón de ser.
Se encontraba lejos de la verdad, aunque sabemos bien que no existe una totalidad de la “verdad”, que es muy variable y nunca certera. Artedemustri sabía que cada cosa material que obtenía el lo terminaba de algún modo rechazando. Por ende, las cosas empezaron a cambiar de manera total. Observaba a su alrededor y nada tenía sentido: las personas solo miraban y seguían una ruta determinada; los campos estaban vacíos y, al mismo tiempo, vestidos de libertad social. Veía gente que padecía hambre hasta llegar a tener un único pensamiento: comer. “Qué barbaridad”, pensaba Artedemustri, “qué enceguecedor es el materialismo”. Entonces, aparecieron dos puentes o caminos dispares: uno se adentraba en lo social y en el consumismo propio, el cual volvía al principio; el otro era un infinito determinado, pasaba por ciertas instancias obviando considerablemente el gusto por el ser y la conformidad interior de los placeres. Gran parte de la población que conforma el ser humano busca más y no se queda con una solo porción; elige seguir por el segundo puente, al cruzarlo no hay vuelta atrás, sea malo o bueno lo que suceda.
Arte mustri Caminaba lentamente sobre las maderas de ese gran pasaje y comenzaba otra vida llamada décimo plano, la de los pensadores individuales. En ese momento perdió la posibilidad de formar una familia, muchos contactos sociales y tuvo disgustos de amistad, aunque era un sacrificio por su progreso, ¡costaba! Caminaba en el mismo sentido que la sociedad, pero su mente y su capacidad iban hacia lo opuesto.
En poco tiempo se mudó a un departamento amplio con paredes. Instaló unas cajas, la heladera (objeto preciso solo para subsistir), y un sommier de una plaza y media. En otra habitación un poco más chica que el comedor, los elaboró cada azulejo para las paredes. Sí, señores, él era un artista con prestigio de orgullo. Sabía que nadie iba a hacer nada por él si no elaboraba algo creativo.
En raíz del conocimiento, buscaba un control individual que estuviera en una dimensión y en una línea igualitaria; si otras personas lo ayudaban a decorar, podría costar toda esta investigación propia del estar bien con sigo mismo. De tal forma el espacio tenía que estar listo en poco tiempo y en armonía con el pensamiento. La cocina, con gráficos entrelazados y chatos, en sus costados constaba de gráficos con texturas y colores, forma de pirámides . En el comedor, una araña de manos dispares proyectaba la energía en diferentes lugares del espacio.
Casi listo para seguir con su terapia espiritual, buscaba un diseño trigonométrico inexacto para el baño. Cada pieza constaba de rombos combinados y enlazados que creaban otros planos con separaciones.
Cada pieza, cada obra influye en el proyecto individual.
Artedemustri se sentó en el piso del comedor para observarse y recargar energías, pero notó una pequeña particularidad: no bastaba solo con la contención radial, sino que requería de otras personas. Les preguntó qué necesitaban. Sabía que no encontraba una sociedad estructurada, sin sonrisa, sin respeto del ser sufrido por dentro, eran alucinaciones. Las respuestas eran positivas e inconclusas, solo quedaban plasmadas en las paredes manchadas de arte.
El sacrificio estaba por llegar a su fin y la meta, por terminar; se construyó la última máquina en el consciente, denominada Diaflexia; constaba de un término de comunicación con el mundo de los planos, que solo podían verlo seres más avanzados.