Читать книгу Daría mi vida por volver a vivir - Germán Agustín Pagano - Страница 17

Tres copas y un suicidio

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Sentado a la barra de un bar, Akima esperaba. ¿Qué esperaba? La nada. Por días se sentaba en el mismo banco de la misma barra, siempre pedía un trago diferente. Tantos viernes pasaron que probó absolutamente todos los tragos, por defecto se repetían constantemente. Él solo se miraba por dentro, pero no por fuera; la felicidad era una meta pensada, aunque, para llegar a ella, se necesitaba una gran perseverancia, algo de lo que carecía. Akima, el desamparado, el pensante, el solitario, el montanas. Su mirada pedía ayuda, pero solamente recibiría la propia. Tomaba puro alcohol, luego del trabajo, para terminar en su departamento un poco borracho. Para que los sucesos no fueran siempre rutinarios, se necesitaban cambios, tomar una decisión, para bien o para mal. A veces se hacían fiestas, otras veces charlaban entre pares, sin olvidar que estaban en una sociedad bien estructurada. Sentía gritos tan fuertes que se topaban con un gran muro sin escape y, detrás de ese muro, un hombre que mostraba tranquilidad y sosiego.

Tomó el vaso de vidrio, que antes contenía una rica mermelada y ahora, una bebida alcohólica; lo llevó a su boca y mojó sus labios. Por más que no quisiera, sabía que estaba ligado a tomar alguno de los tres caminos: seguir hundiéndose en sus pesares, acabar con su vida de manera instantánea o estar tirado en la calle. Sabía que no iba a poder retroceder nunca más. La decisión estaba tomada, la muerte instantánea iba a ser su objetivo.

El último viernes del tercer mes del primer año en que cumplía una edad considerable, acabó con su vida. Ese viernes tomó hasta que la borrachera invadió sus sentidos, pero no su consciente; estuvo sentado durante un rato en donde siempre tomaba. Cuál es la causa para estar en el borde de un puente, borracho y sin estómago, esperando un final sobre el asfalto. Pero no pensaba solo por él, sino por otro que podría terminar con el mismo destino porque nadie cercano a él le extendió una sola mano de ayuda parcial.

Daría mi vida por volver a vivir

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