Читать книгу El mar detrás - Ginés Sánchez - Страница 19

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DIECISIETE

La encargada del sector de clasificación de ropa se llamaba Gina y era morena y bajita y gordita. Cada tarde pasábamos junto a ella y ella nos saludaba con aquella mirada y aquella sonrisa que hacían que Dibra levantara la nariz.

–¿Cómo estáis, chicas?

–Bien, tratando de que nos crezca un poco más el cuerno de la frente para poder colgarnos más gominolas –decía Dibra.

Por supuesto, Gina no lo entendía, pero se reía como si aquello fuera muy gracioso, lo que hacía que Dibra levantara aún más la nariz. Después nos organizábamos. Gina nos iba diciendo si había llegado algún camión y adónde teníamos que ir. Nosotras cargábamos las bolsas y empezábamos a clasificar. Gina supervisaba.

–Mejor haced otro paquete con esas –decía.

O:

–Todos esos abrigos vamos a guardarlos en el almacén para el invierno.

Nosotras trabajábamos y, en general, hablábamos poco con ella. Ella lo había intentado al principio, pero lo había dejado hacía tiempo.

Aquella mañana, Dibra y Nadia no hacían más que mirarse. Al final fue Nadia la que le preguntó:

–Oye, Gina, imagínate que hubiera desaparecido un niño…

–Sí, ¿qué?

–¿Qué habría que hacer para buscarlo?

–¿Buscarlo? A qué te refieres, ¿oficialmente?

–Sí.

–Bueno, yo iría y pondría una denuncia en el Comisariado. Y también se lo diría a la policía de aquí.

–Ah.

Luego seguimos trabajando. Gina nos miraba y nosotras sabíamos que ella nos miraba y ella sabía que nosotras sabíamos que nos miraba. Aguantamos así un rato. La bolsa que estábamos clasificando era pesada y oscura. Un ventilador zumbaba cerca de nuestras cabezas. Gina no aguantó más.

–¿Ha desaparecido alguien? –preguntó.

Dibra levantó la cabeza de lo que estaba haciendo como si acabara de despertarse de un profundo sueño.

–¿Desaparecido? No, no que yo sepa –dijo.

Dibra dijo eso y luego se quedó muy pensativa el resto del tiempo que estuvimos trabajando. Por supuesto, yo sabía lo que estaba tramando. Y cuándo iba a hacerlo.

Por supuesto, ella no se iba a librar tan fácilmente de mí.

El mar detrás

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