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Disputa en el sistema educativo y gobernanza

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En el “marco de las coaliciones defensoras”, se plantea que las coaliciones consisten en agentes (legisladores electos, funcionarios públicos no electos, grupos de interés, jueces, investigadores, intelectuales, etc.) (Sabatier y Weible, 2007: 196) unidos por ciertas creencias normativas que poseen un grado de coordinación no trivial y que, en sintonía con las iniciativas del Fogise, “son críticos debido a su importancia en adoptar e implementar iniciativas políticas mayores (Kingdon, 1984; Sabatier & Jenkins-Smith, 1993)” (Zafonte y Sabatier, 2004: 75). Desde tal perspectiva, los miembros de una coalición, en tanto “luchan por trasladar componentes de su sistema de creencias a la actual política antes que sus oponentes puedan hacer lo mismo” (Sabatier y Weible, 2007: 196), conformarán redes con otros agentes aliados, transmitirán y comunicarán información, construirán confianza, compartirán recursos, desarrollarán estrategias en común, etcétera.

Como se constata en la historia del sistema educativo mexicano, los participantes políticos buscan aliados entre aquellos con los que comparten una cultura, creencias normativas o proyectos educativos comunes.[34] La disputa política entre coaliciones (grupos e individuos más o menos coordinados en aras de definir e influir en la política)[35] permite considerar que innovaciones del alcance que se desea introducir en el sistema educativo mexicano desde los años noventa (el Fogise es continuidad y profundización de ese proceso), no se llevan a cabo únicamente argumentando a una serie de actores sobre lo adecuado de las creencias normativas que se proponen (nueva cultura educativa), sino que es menester realizar negociaciones (Goodin, Rein y Moran, 2009: 890), establecer compromisos y estimular la cooperación que lleven “a la construcción de una nueva gobernabilidad” (Fierro, Tapia y Rojo, 2009: 8).[36]

En tanto proyectos como el Fogise proponen un proceso deliberativo horizontal, en el que se discuta informadamente (ideas-conocimiento) acerca de valores, creencias e intereses en juego (Goodin, Rein y Moran, 2009: 892),[37] es necesario considerar que este tipo de proyectos suponen una forma distinta de ejercer el poder estatal no sólo en la sociedad civil, sino también en el Estado. En este sentido, “la lucha también es por definir nuevas formas de llevar a cabo el quehacer estatal en el campo de la educación” (Street, 1984: 28).

Sobre esta base se comprende que proyectos como el Fogise implican avanzar en la dirección de transformar la manera de gobernar por la que se ha asentado la gobernabilidad del sistema educativo,[38] lo cual significa trastocar posiciones y espacios de poder.

La forma de gobernar (governing) en el sistema educativo mexicano se caracteriza por ser vertical, centralizada e impositiva (top-down).[39] Como ya se ha mencionado, en un sistema de este tipo las políticas “no son sólo dictadas desde los superiores a los subordinados en una cadena de mando, sino que también lo son desde el gobierno central hacia las periferias gobernadas” (Goodin, Rein y Moran, 2009: 892).

En contraposición a tal forma de gobernar, la propuesta de innovación del Fogise implica construir nuevos procesos deliberativos que se inscriben en esquemas de mayor participación y poder de decisión de actores directamente involucrados en la problemática que se busca enfrentar, todo ello en un marco de relaciones más horizontales (bottom-up). Significa cambios que se dirijan a una forma de gobierno en que se enfatice “una consulta extensiva a grupos de interés y a otros actores políticos mediante comunidades políticas y redes políticas” (Richardson, 2012: 311). Tal estilo de gobernar se denomina gobernabilidad democrática o gobernanza (Rodríguez, 2011).[40]

En términos de las coaliciones defensoras y de la perspectiva de redes sociales, con gobernanza se conceptualiza una mayor distribución y competencia por el poder entre coaliciones y la instauración de amplias negociaciones simétricas y cooperaciones horizontales; una configuración política contrapuesta a la que actualmente predomina: coaliciones con concentración excesiva del poder, negociaciones asimétricas, impositivas, cooperación jerárquica.[41]

Sobre la base de que “la gobernanza surge de acciones y prácticas diversas inspiradas por creencias y tradiciones” (Rhodes, 2012: 44), en el apartado subsiguiente se detallan los mecanismos que han de identificarse para constatar el grado en que el Fogise ha avanzado en los cambios culturales-políticos propuestos.[42]

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