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Conclusiones

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Consideramos que gran parte del éxito en la aplicación y consolidación de este proyecto consiste en el conocimiento, aceptación y apropiación de los componentes de la innovación por parte de los supervisores (principalmente), así como de las restantes viabilidades que logre construir la coalición promotora del Fogise. En la medida en que aquéllas se construyan, el supervisor obtendrá una mayor capacidad en aras de legitimar esta nueva cultura educativa/estilo de gobierno y de promover sus correspondientes negociaciones, compromisos y cooperación. En las actividades cotidianas de los agentes escolares, estos cambios se expresarían en el fortalecimiento de la estructura de las redes (frecuencia y sentimiento de cercanía), del acceso a la información y pericia, de la confianza en las relaciones y de la profundidad y congruencia de las interacciones.

Considerando que la innovación propuesta plantea una fuerte amenaza a elementos fundamentales de la configuración político-cultural del actual sistema educativo, es de especial relevancia constatar la medida en que los componentes de la nueva cultura educativa y de la gobernanza hacen sentido y son apropiados por los restantes agentes implicados en el ámbito educativo.

La alusión a esta problemática —la construcción de datos de acuerdo el marco analítico profundizado (que se complementa con el segundo capítulo)— permitirá consignar la actual configuración de “relaciones de fuerza” del sector político-educativo en distintos estados, de tal modo que se acumulará un conocimiento sistemáticamente elaborado en torno a las esferas y los medios por los cuales este proyecto enfrenta mayor o menor oposición en su implementación y sostenibilidad.

En este contexto, uno de los objetivos del análisis del diseño e implementación del proyecto consiste en que estaremos en condiciones de responder a la pregunta de si efectivamente, en el caso mexicano, se avanza en la dirección de una nueva cultura educativa y gobernanza, y sabremos si el supervisor (junto a otros líderes político-culturales) cumple el papel que se le ha imputado, de impulsor clave para construir una nueva cultura educativa y las nuevas relaciones políticas que ésta implica. Desde nuestra perspectiva, sostenemos, entonces, que no es posible entender los ritmos de una estrategia innovadora como la propuesta si no se hacen observables los elementos que componen las relaciones de fuerza del sistema educativo mexicano.

Conviene señalar que en nuestro análisis también contemplamos que los intereses del sector que solventa la configuración tradicional del sistema educativo pueden prevalecer. Empero, no prevalecerán hasta el punto en que el sistema se demuestra totalmente superado por los malos resultados. Si bien es plausible afirmar que la(s) coalición(es) que difundió y legitimó la actual cultura educativa y su sistema político se considera progresiva conforme a su momento histórico (en el que el objetivo consistió en ampliar la cobertura educativa e incorporar paulatinamente la calidad), actualmente corre el riesgo de tornarse anacrónica, ya que las problemáticas que se enfrentan corresponden sobre todo a la equidad, eficacia y eficiencia, en un modelo económico global que demanda creatividad e innovación. Por ende, sin duda la configuración tradicional del sistema educativo ya desarrolló todos los elementos que lo contenían, o sea, dio lo que poseía en potencia y estructuralmente se plantea la necesidad de su transformación.

En tal situación, el análisis del Fogise a partir de nuestro esquema analítico plantea establecer las posibilidades y los límites de promover la figura del supervisor (junto a otros agentes) como una fuerza social autoconsciente, de líderes político-culturales al servicio de una transformación que responda a necesidades estructurales.

Ahora bien, resumiendo nuestro planteamiento analítico, tenemos que en las esferas políticas —específicamente en la educativa como parte de ellas— se produce una disputa entre coaliciones (defensoras o de creencias) a partir de la defensa de distintas culturas educativas.

Como un proceso político, esta disputa devela los estilos de gobernar, que adquieren características más o menos centralizadas/descentralizadas, verticales/horizontales, impositivas/participativas. Identificando al Fogise como una propuesta de transformación de conocimientos, habilidades, prioridades, gestión y organización que busca una transformación de las redes sociales de los agentes educativos, lo cual se inscribe en la dirección de una transformación cultural que, a su vez, plantea una transformación en el estilo de gobernar, es pertinente perfilar la fortaleza de la coalición promotora del Fogise en los estados donde se implementó el proyecto.

Esta fortaleza se comprueba a través de las viabilidades (político-culturales, técnico-organizativas y materiales), dentro de las que se encuentra la figura del líder político-cultural. Este agente es clave, pues promueve negociaciones, compromisos y cooperación, con base en una determinada cultura educativa.

Desde esta perspectiva, se trabaja con el supuesto de que la posibilidad de desarrollo y sostenibilidad del Fogise implica que el alcance de la innovación que se propone debe articularse con las creencias profundas en torno al sistema educativo, es decir, con el cambio de una cultura educativa, que a su vez impacta en el estilo de gobernar.

En este sentido, es necesario considerar que cualquier proceso de transformación como el planteado consiste en un proceso a largo plazo (diez años o más), en el que los agentes de la coalición promotora (especialmente los líderes político-culturales) no sólo deben persuadir a diversos agentes educativos en distintos niveles acerca de los componentes de una nueva cultura educativa (Poder Ejecutivo, sep, seb, gobernadores, snte, cnte, estado, región, zonas, escuelas, etc.), sino que se deben impulsar entre todos ellos prácticas políticas que se enmarquen en los principios de la gobernanza (distribución del poder, negociaciones simétricas, cooperación horizontal, compromisos ampliados). Dependiendo de la fortaleza de la coalición promotora y del éxito del aprendizaje orientado a las políticas que se propone en el Fogise, sería factible analizar si, en el caso específico de este proyecto, se logra que las acciones de los supervisores (y de otros líderes político-culturales) se inscriban o no en la dirección de las transformaciones propuestas.

En el Fogise se sostiene que el supervisor escolar tendría un papel clave para impulsar la innovación cultural/política propuesta. A partir de nuestro marco analítico, nos adherimos a este supuesto en la medida en que el supervisor se considere un líder político-cultural clave, que trabaje en aras de la modificación de la esfera educativa, y la coalición promotora del Fogise logre construir otra serie de viabilidades estratégicas.

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