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Meditación sencilla
ОглавлениеPara empezar a meditar, busca un lugar limpio, despejado y tranquilo. Necesitas estar cómoda y no tener frío ni calor (porque si tienes calor, te entrará sueño). Es preferible que no hayas comido desde dos horas antes. Ponte ropa amplia, de color claro y materiales naturales, ya que eso expandirá tu aura o campo de energía unos cuarenta y cinco centímetros. Este será tu espacio sagrado. Descálzate para que tus pies respiren. Los pies tienen setenta y dos terminaciones nerviosas que estimulan la energía y aportan salud a todo el cuerpo. Siéntate en una alfombra, una toalla o sobre un cojín. Cúbrete con una manta ligera o con un chal tanto el cuerpo como la cabeza. No uses ese chal para nada más, así adquirirá una vibración meditativa que te ayudará a relajarte con solo ponerlo.
Ahora estás preparada para realizar la más básica y sencilla de las posturas yóguicas: la postura fácil.
Siéntate sobre una esterilla, dobla la pierna derecha y colócala bajo tu rodilla izquierda; luego, repite la operación con la otra pierna y coloca la izquierda bajo la rodilla derecha.
Puedes poner una manta doblada o un cojín bajo el extremo de tus nalgas para ayudar a mantener la espalda recta. Si por algún motivo no puedes mantener esta postura en el suelo, siéntate en una silla para que tu espalda esté perfectamente erguida. O siéntate en el suelo con las piernas estiradas y la espalda recostada contra la pared. Esfuérzate por mantener tu espalda lo más recta que puedas.
Imagina que tienes una cuerda que tira de tu cabeza hacia el techo y baja un poco la mandíbula hacia el pecho para que el cuello quede perfectamente alineado con la espalda.
Relaja los hombros y déjalos caer alejándolos de las orejas al máximo.
Cierra los ojos y oriéntalos hacia arriba, como si mirases hacia el centro de tu frente. Ahí está el tercer ojo, la fuente de tu intuición. Si de entrada te resulta difícil, limítate a mirar hacia arriba con los ojos cerrados.
Relájate en la postura y deja que tu respiración fluya tranquilamente por todo tu cuerpo. Respira desde tu vientre, desde el lugar en el que está tu hijo. Deja las manos descansando sobre las rodillas, con las palmas mirando hacia arriba. Junta el pulgar y el índice para formar el llamado gyan mudra, que es el mudra de la sabiduría.
Inhala por la nariz y exhala por la boca. Al inhalar, escucha mentalmente el sonido «Sat» y al exhalar, «Nam». Sat Nam significa «mi verdadera identidad». Siempre aconsejo a las madres que utilicen este mantra para que conozcan las bondades de la ciencia yóguica del Naad o corriente de sonido que se basa en la repetición de determinadas sílabas para abrir y estimular los centros nerviosos sutiles del cuerpo y mejorar la salud.
Comprueba que el tiempo de inhalación y exhalación es similar. Sigue respirando y repitiendo el mantra durante once minutos. Aunque meditar es beneficioso a cualquier hora del día, es especialmente recomendable hacerlo a primera hora de la mañana, porque te ayuda a empezar centrada el día, y a última hora de la noche, para dormir más relajadamente.