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PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN EN INGLÉS

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Herbert Alexander Simon

Este estudio representa un intento por construir herramientas útiles para mi propia investigación en el terreno de la administración pública. Derivó de mi convicción de que todavía no tenemos, en este campo, herramientas lingüísticas y conceptuales adecuadas para describir en forma realista y significativa ni siquiera una simple organización administrativa, describirla, claro está, de una forma que sirva de base para un análisis científico de la efectividad de su estructura y su funcionamiento. Entre los estudios que he leído sobre las organizaciones administrativas, existen pocos que hayan aprehendido y puesto en palabras la verdadera carne y sangre de una organización; todavía menos me han convencido de que sus conclusiones sobre la efectividad de la organización o las recomendaciones para su mejora pueden deducirse correctamente de las evidencias presentadas.

La respuesta que ocasionó la edición preliminar de este libro y los varios artículos publicados a partir de ella muestran que estas dudas no son exclusivamente mías, sino que las comparten muchos profesionales e investigadores en el campo de la administración. Este estado de cosas constituye una grave acusación contra nuestra ciencia, y contra nosotros como científicos. En química, un experimento deriva su validez –su autoridad científica– de su replicabilidad; y a menos que se lo describa con suficientes detalles como para poder ser reproducido, resulta inútil. En la administración, al día de hoy tenemos apenas una capacidad muy imperfecta para explicar qué ha ocurrido en nuestros “experimentos” administrativos –mucho menos para garantizar su replicabilidad.

Antes de que podamos establecer algún “principio” inmutable de administración, debemos ser capaces de describir, en palabras, cómo se ve exactamente una organización administrativa, y exactamente cómo funciona. Como base para mis propios estudios de administración, he intentado construir un vocabulario que me permita tal descripción; y este volumen registra las conclusiones que he alcanzado. Estas no constituyen una “teoría” de la administración ya que, con excepción de algunas máximas que se ofrecen a modo de hipótesis, no se ha establecido ningún principio de administración. Si hay alguna “teoría” involucrada, esta consiste en que la toma de decisiones es el corazón de la administración y que el vocabulario de la teoría administrativa debe derivarse de la lógica y la psicología de la elección humana.

Espero que este volumen pueda ser de alguna utilidad para tres grupos de personas: primero, los individuos relacionados con la ciencia de la administración, que tal vez encuentren en él algunos métodos aplicables a la descripción y el análisis de las organizaciones; segundo, los administradores en ejercicio de sus funciones, que quizás descubran que a veces es útil pensar la administración según ese tercer nivel de generalización del cual el señor Barnard habla en su Prólogo; tercero, los estudiantes de carreras de grado y de posgrado, que tal vez deseen complementar sus libros de texto con un estudio más profundo de los procesos de comportamiento que constituyen el entramado real de la administración.

Diciembre, 1946

El comportamiento administrativo

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