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EXEMPLO VI

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De lo que contesció a la golondrina con las otras aves cuando vió sembrar el lino.

Un dia fablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero, et dijol:

—Patronio, a mi dicen que unos mis vecinos, que son más poderosos que yo, se andan ayuntando et faciendo muchas maestrías et artes en que me puedan engañar et facer mucho dapno; et yo non lo creo, nin me recelo ende; pero, por el buen entendimiento que vos habedes, quiérovos preguntar que me digades, si entendedes que deba facer alguna cosa sobresto.

—Señor conde Lucanor—dijo Patronio—, para que en esto fagades lo que yo entiendo que vos cumple facer, placerme hía mucho que sopiésedes lo que contesció a la golondrina con las otras aves.

E el conde le preguntó como fuera aquello.

—Señor conde Lucanor—dijo Patronio—, la golondrina vido que un homne sembraba lino, et entendió por el su buen entendimiento que, si aquel lino nasciese, podrían los homnes facer redes et lazos para tomar las aves. Et luego fuese para las aves et fízolas ayuntar, et díjoles en como el homne sembraba aquel lino et que fuesen ciertas que, si aquel lino nasciese, que se les seguiría ende muy grant dapno et que les consejaba que ante que el lino nasciese, que fuesen allá et que lo arrancasen; ca las cosas son ligeras de se desfacer en el comienzo et después son muy graves de se desfacer. Et las aves tovieron esto en poco et non lo quisieron facer. Et la golondrina les afincó desto muchas veces, fasta que vió que las aves non se sintían desto, nin daban por ello nada; et el lino era ya tan crescido que las aves non lo podían arrancar con las manos nin con los picos. Et desque esto vieron las aves que el lino era crescido et que non podían poner consejo al daño que se les ende seguiría, arripintiéronse ende mucho porque ante non habían y puesto consejo. Pero el repintimiento fué a tiempo que non podía tener ya pro.

Et ante desto, cuando la golondrina vió que non querían poner recabdo las aves en aquel daño que les vinía, fuese paral homne et metiose en su poder et ganó dél seguranza para si et para su linaje. Et despues acá viven las golondrinas en poder de los homnes et son seguras dellos. Et las otras aves que se non quisieron guardar, tómanlas cada día con redes et con lazos.

—Et vos, señor conde Lucanor, si queredes ser guardado deste dapno que decides que vos puede venir, apercibitvos et ponet y recabdo, ante que el daño vos puede acaescer, ca non es cuerdo el que vee la cosa desque es acaescida, mas es cuerdo el que por una señaleja o por un movimiento cualquier entiende el daño quel puede venir et pone y consejo porque nol acaezca.

Et al conde plogo esto mucho, et fízolo segund Patronio le consejó et fallose ende bien.

Et porque entendió don Johán, que este enxiemplo era muy bueno, fízolo poner en este libro et fizo estos viesos que dicen así:

En el comienzo debe homne partir

El daño que non le pueda venir[12].

[12] En Esopo figura ya esta fábula; ha sido aprovechado el asunto en casi todas las literaturas. Es muy bella la versión de La Fontaine, L’Hirondelle et les petits oiseaux, fábula VIII del Libro I: La golondrina no se somete al hombre, sino que, como más fuerte que los pajarillos, emigra.

El conde Lucanor

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