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ENXEMPLO I
ОглавлениеDe lo que contesció a un Rey con un su privado.
Acaesció una vez, que el conde Lucanor estaba fablando en su poridad con Patronio, su consejero, et dijol:
—Patronio, a mi acaesció que un muy grande homne et mucho honrado, et muy poderoso, et que da a entender que es cuanto mio amigo, que me dijo pocos días ha en muy grant poridad, que por algunas cosas quel acaescieran, que era su voluntad de se partir desta tierra et non tornar a ella en ninguna manera, et que, por el amor et grant fianza que en mi había, que me quería dejar toda su tierra, lo uno vendido, et lo al encomendado. Et pues esto quiere, seméjame muy grand honra et grand aprovechamiento para mi; et vos decitme et consejadme, lo que vos paresce en este fecho.
—Señor conde Lucanor, dijo Patronio, bien entiendo que el mio consejo non vos face grant mengua, pero pues vuestra voluntad es que vos diga lo que en esto entiendo, et vos conseje sobre ello, facerlo he luego. E primeramente, vos digo, que esto que aquel que cuidades que es vuestro amigo vos dijo, non lo fizo sinón por vos probar. Et paresce que vos conteció con él, commo conteció a un Rey con un su privado.
E el conde Lucanor le rogó, quél dijiese como fuera aquello.
—Señor, dijo Patronio, un rey era que había un privado en que fiaba mucho. Et por que non puede seer que los homes que alguna buena andanza han, que algunos otros non hayan envidia dellos; por la privanza et bien andanza que aquel su privado había, otros privados daquel rey habían dél muy grant envidia et trabajábanse del buscar mal con el rey, su señor. Et como quier que muchas razones le dijieron, nunca pudieron guisar con el rey quel ficiese ningun mal, nin aun que tomase sospecha nin dubda dél, nin de su servicio. Et de que vieron que por otra manera non pudieron acabar lo que querian, ficieron entender al rey, que aquel su privado, que se trabajaba de guisar porque él muriese, et que un fijo pequeño que el rey habia, que fincase en su poder, et de que él fuese apoderado de la tierra, que faría commo muriese el mozo e que fincaría él señor de la tierra. Et commo que fasta entonce non pudieran poner en ninguna dubda al rey contra aquel su privado, de que esto le dijieron, non lo pudo sofrir el corazón que non tomase dél recelo; ca en las cosas en que tan grant mal ha, que se non pueden cobrar si se facen, ningun homne cuerdo non debe esperar ende la prueba. Et por ende desque el rey fué caido en esta dubda et sospecha, estaba con grant recelo, pero non se quiso mover en ninguna cosa contra aquel su privado, fasta que desto sopiese alguna verdad.
Et aquellos otros que buscaban mal a aquel su privado, dijiéronle una manera muy engañosa, en commo podría probar que era verdat aquello que ellos dicían, et enformaron bien al rey en una manera engañosa, segund adelante oiredes, como fablase con aquel su privado. Et el rey puso en su corazón de lo facer, et fízolo.
Et estando a cabo de algunos dias, el rey fablando con aquel su privado, entre otras razones muchas que fablaron comenzol un poco a dar a entender que se despagaba mucho de la vida deste mundo et quel parescia que todo era vanidad. Et entonce non le dijo más. Et despues a cabo de algunos dias fablando otra vez con aquel su privado, dandol a entender que sobre otra razón comenzaba aquella fabla, tornol a decir que cada dia se pagaba menos de la vida deste mundo et de las maneras que en él veía. Et esta razón le dijo tantos días et tantas vegadas, fasta que el privado entendió que el rey non tomaba ningún placer en las honras deste mundo, nin en las riquezas, nin en ninguna cosa de los bienes, nin de los placeres que en este mundo habíe. Et desque el rey entendió que aquel su privado era bien caido en aquella entención, dijol un día: que había pensado de dejar el mundo et irse desterrar a tierra do non fuese conoscido, et catar algún lugar extraño et muy apartado en que ficiese penitencia de sus pecados, et que por quella manera, pensaba que le habría Dios merced et podría haber la su gracia por que ganase la gloria del paraiso.
E cuando el privado del rey esto le oyó dicir, estrañógelo mucho diciendol muchas maneras por que lo non debía facer. Et entre las otras dijol: que si esto ficiese, que faría muy grant deservicio a Dios en dejar tantas gentes como había en el su reino que tenía él bien mantenidas en paz et en justicia, et que era cierto que luego que él dende se partiese, que habría entrellos muy grant bollicio et muy grandes contiendas, de que tomaría Dios muy grant deservicio et la tierra muy grant dapno, et cuando por todo esto non lo dejase, que lo debía dejar por la reina, su mujer, et por un fijo muy pequeñuelo que dejaba, que era cierto que serían en muy gran aventura también de los cuerpos, como de las faciendas.
Et a esto respondió el rey que: ante que él pusiese en toda guisa en su voluntad de se partir de aquella tierra, pensó en la manera en como dejaría recabdo en su tierra por que su mujer et su fijo fuesen servidos et toda su tierra guardada, et que la manera era esta: que bien sabía él que el rey le había criado et le había fecho mucho bien et quel fallara siempre muy leal et, quel serviera muy bien et muy derechamente, et quel por estas razones, fiara en él más que en homne del mundo, et que tenía por bien del dejar la mujer et el fijo en su poder, et entregarle et apoderarle en todas las fortalezas et logares del regno, porque ninguno non pudiese facer ninguna cosa que fuese deservicio de su fijo; et si el rey tornase en algún tiempo, que era cierto que fallaría muy buen recabdo en todo lo que dejase en su poder; et si por aventura muriese, que era cierto, que serviria muy bien a la reina, su mujer, et que criaria muy bien a su fijo, et quel ternía muy bien guardado el su regno fasta que fuese de tiempo que lo pudiese muy bien gobernar; et asi, por esta manera, tenia que dejaba recabdo en toda su facienda.
E cuando el privado oyó decir al rey que quería dejar en su poder el reino et el fijo, como quier que lo non dijo entender, plogol mucho en su corazón, entendiendo que pues todo fincaba en su poder, que podría obrar en ello como quisiese.
E este privado había en su casa un su cativo que era muy sabio homne et muy grant filósofo. Et todas las cosas que aquel privado del rey había de facer, et los consejos quel había de dar, todo lo facía por consejo de aquel su cativo que tenía en casa.
Et luego que el privado se partió del rey, fuese para aquel su cativo, et contol todo lo quel conteciera con el rey, dandol a entender con muy grant placer et muy grand alegría cuanto de buena ventura era, pues el rey le quería dejar todo el reino et su fijo en su poder.
E cuando el filósofo que estaba cativo oyó decir a su señor todo lo que le había pasado con el rey, et como el rey entendiera que quería él tomar en poder a su fijo et al regno, entendió que era caido en grant yerro, e comenzolo a maltraer muy fieramente, et dijol: que fuese cierto que era en muy grant peligro del cuerpo et de toda su facienda; ca todo aquello quel rey le dijiera, non fuera porque el rey hobiese voluntad de lo facer, sinón que algunos quel querian mal, habían puesto al rey quel dijiese aquellas razones por le probar, et pues entendiera el rey quel placía, que fuese cierto que tenía el cuerpo et su facienda en muy grant peligro.
E cuando el privado del rey oyó aquellas razones, fué en muy grant cuita, ca entendió verdaderamente que todo era asi como aquel su cativo lo había dicho. Et desque aquel sabio que tenía en su casa le vió en tan grant cuita, consejol que tomase una manera como podríe escusar aquel peligro en que estaba.
Et la manera fué esta: luego, aquella noche, fuese a raer la cabeza et la barba, et cató una vestidura muy mala et toda apedazada, tal cual suelen traer estos homes que andan pidiendo las limosnas andando en sus romerías, et un bordón, et unos zapatos rotos et bien ferrados, et metió entre las costuras de aquellos pedazos de su vestidura una grant cuantía de doblas. Et ante que amaniciese fuese para la puerta del rey, et dijo a un portero que y falló, que dijiese al rey que se levantase porque se pudiese ir ante que la gente despertase, ca él allí estaba esperando, et mandol que lo dijese al rey en grant poridat. Et el portero fué muy maravillado cuandol vió venir en tal manera, et entró al rey et díjogelo así como aquel su privado le mandara. E desto se maravilló mucho el rey, et mandó quel dejase entrar.
E desque lo vió como vinía, preguntol porqué ficiera aquello. E el privado le dijo que bien sabía como le dijiera que se quería ir desterrar, et pues él así lo quería facer, que nunca quisiese Dios que él desconosciese cuanto bien le feciera; et que así como de la honra et del bien que el rey hobiera, tomara muy grant parte; que así era muy grant razón que de la laceria et del desterramiento que el rey quería tomar, que él otrosí tomase ende su parte; et, pues el rey non se dolía de su mujer et de su fijo, et del regno et de lo que acá dejaba, que non era razón que se doliese él de lo suyo, et que iría con él, et le serviría en manera que ningún home non gelo pudiese entender, et que aún él llevaba tanto haber metido en aquella su vestidura que les abondaría asaz en toda su vida, et que, pues que a irse habían, que se fuesen ante que pudiesen ser conoscidos. E cuando el rey entendió todas aquellas cosas que aquel su privado le dicía, tovo que se lo dicía todo con lealtad, et gradesciógelo mucho, et contol toda la manera en como hobiera a seer engañado et que todo aquello le ficiera el rey por le probar. Et así, hobiera a seer aquel privado engañado por mala cobdicia, et quisol Dios guardar, et fué guardado por consejo del sabio que tenía cativo en su casa.
Et vos, Señor Conde Lucanor, ha menester que vos guardedes que non seades engañado deste que tenedes por amigo; ca cierto sed, que esto que vos dijo, que non lo fizo sinón por probar que es lo que tiene en vos. Et conviene que en tal manera fabledes con él, que entienda que queredes toda su pro et su honra, et que non habedes cobdicia de ninguna cosa de lo suyo, ca si homne estas dos cosas non guarda a su amigo, non puede durar entre ellos el amor luengamente.
Et el conde se falló por bien aconsejado del consejo de Patronio, su consejero, et fízolo commo le consejara, et fallose ende bien.
Et entendiendo don Johan, que este enjemplo era muy bueno, fízolo escribir en este libro, et fizo estos viesos en que se pone la sentencia del enjemplo. Et los viesos dicen así:
Non vos engañedes, nin creades que en donado
Face ningún homne por otro su daño de grado.
Et los otros dicen así:
Por la piedat de Dios et por buen consejo
Sale homne de coita, et cumple su deseo[7].
[7] Según Knust, relaciónase con una parábola del cap. IV del Barlaam y Josafat, famosa novela mística atribuída a San Juan Damasceno, que tiene sus orígenes en la leyenda budista del Lalita-Vistara. Acerca de la influencia de este libro en la literatura española, hay un notable estudio de F. Haam, vol. X de las Modern Language Notes, de Baltimore, páginas 22-34. Llegó a D. Juan Manuel por una versión oriental árabe seguramente, también de ella hubo de tomar el asunto central de su Libro de los Estados. A la Leyenda Áurea pasó también el Barlaam, capítulo CLXXX.