Читать книгу Los entes locales ante la transición y sostenibilidad energética - Isabel González Ríos - Страница 6
Capítulo I Nuevos desafíos en sostenibilidad energética para los entes locales I. Concepto de sostenibilidad energética 1. El concepto de sostenibilidad y su aplicación al sector energético en las políticas comunitarias del S: XXI
ОглавлениеEl estudio del papel que corresponde a los entes locales en la “sostenibilidad energética” requiere un previo acercamiento a esta noción. El concepto de sostenibilidad energética se enmarca en el más amplio de la sostenibilidad, el cual presenta algunos atisbos de vinculación con la energía. Se requiere, pues, de una previa clarificación del término sostenibilidad, sustantivo con el que se alude al desarrollo sostenible1. La génesis de esta idea se asocia a la definición de “desarrollo duradero”, que figura en el conocido como Informe Brundtland, entendiendo por tal “el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”2. En este Informe se hace alusión a los recursos no renovables como los combustibles fósiles y los minerales poniendo de manifiesto la necesidad de no agotarlos sin antes encontrar un sucedáneo. Al mismo tiempo que se contiene un concepto amplio de desarrollo duradero o sostenible por cuanto el mismo exige tener en cuenta la vertiente económica, la social y la medioambiental.
Esta triple dimensión del desarrollo sostenible, de la sostenibilidad, ha quedado plasmada a nivel europeo3. La Estrategia para un Desarrollo Sostenible de la UE4 del año 2001, revisada en 2006, establece el marco político para que la UE contribuya al mismo, o sea, para responder a las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras a la hora de satisfacer las suyas propias. Para alcanzar ese progreso económico, social y medioambiental –sostenible en el tiempo–, la Estrategia se marca unos objetivos generales de marcado carácter social y de protección ambiental (hacer una gestión sostenible de los recursos naturales; limitar los riesgos para la salud pública derivados de la alimentación, luchar contra la exclusión social y la pobreza; luchar contra la pobreza en el mundo y velar por un desarrollo sostenible mundial). Junto a esos objetivos destacan aquellos directamente relacionados con el sector energético como: a) luchar contra el cambio climático respetando los compromisos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero asumidos en el Protocolo de Kioto, prestando especial atención a la eficiencia energética, las energías renovables y el transporte; b) limitar los efectos de los transportes apostando por fomentar los transportes compatibles con el medio ambiente y la promoción de los vehículos menos contaminantes y consumidores de energía; c) promover medios de producción y consumo más sostenibles, para lo que la UE debe fomentar la contratación pública ecológica, aumentar la difusión de innovaciones medioambientales y tecnologías ecológicas y desarrollar la información y etiquetado adecuado de productos y servicios.
Por su parte, la Estrategia para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador del año 20105 propone tres prioridades para el crecimiento económico europeo: un crecimiento inteligente (una economía basada en el conocimiento y en la innovación); un crecimiento sostenible (una economía competitiva que haga un uso eficaz de los recursos); y un crecimiento integrador (una economía con un alto nivel de empleo, que fomente la cohesión social y territorial). Para lograrlo la Comisión propone hasta siete iniciativas, entre las que podemos resaltar por su vinculación con la sostenibilidad energética la denominada “una Europa que utilice eficazmente los recursos” orientada a apoyar el cambio hacia una economía con bajas emisiones de carbono, que incremente el uso de las energías renovables, modernice el sector del transporte y promueva la eficiencia energética. En esta misma línea, en el año 2011 se aprueba la “Hoja de ruta hacia una economía hipocarbónica en 2050”6. En la misma se estableció como objetivo la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero entre un 80% y un 95% hasta 2050. Como mecanismos para alcanzarlo se establece el aumento de la inversión en fuentes de energía hipocarbónicas y en sus infraestructuras, creación de nuevos puestos de trabajo y mejora de la calidad del aire y de la salud.
Para lograr objetivos intermedios se aprueba el Marco Estratégico en materia de Clima y Energía para el periodo 2020/20307 con el que, además de seguir profundizando en la necesidad de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero mediante el impulso de las energías renovables y la eficiencia energética, se incide en la necesidad de mejorar la gobernanza en la UE en esta materia. Para ello dispone la elaboración de Planes Nacionales sobre Energía y Cambio Climático que sean revisados por la UE. En definitiva, se apuesta por la coordinación y a la postre la recentralización en el ejercicio de competencias atinentes al medio ambiente y a la energía.
Las políticas más recientes de la UE siguen teniendo al desarrollo sostenible como pilar básico. Las mismas se fundamentan en la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible de la ONU8 adoptada en el año 2015 y en sus 17 objetivos en este ámbito. Dicho desarrollo sostenible abarca metas económicas, sociales y medioambientales. Centrándonos en las metas ambientales se proponen varios objetivos vinculados al uso sostenible de la energía (lo que nos acerca al concepto de sostenibilidad energética): el objetivo 7° dedicado a “[G]arantizar el acceso a la energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos” y el objetivo 13° orientado a “[A]doptar medidas para combatir el cambio climático y sus efectos”. Por lo tanto, la sostenibilidad energética forma parte del desarrollo sostenible que propone Naciones Unidas en la Agenda 2030. Uno de los documentos con el que la UE pretende llevar a cabo esos objetivos de desarrollo sostenible es el Pacto Verde Europeo de 20199 que se presenta como el mecanismo para lograr una economía sostenible en la UE mediante acciones frente al cambio climático. La UE proyecta ser climáticamente neutra en 2050, para lo que se requiere actuar en todos los sectores económicos para alcanzar un uso limpio de la energía en los mismos. Dos de los pilares de ese Pacto Verde lo constituyen la llamada “Ley del Clima Europea”10, que plantea aumentar al 55% la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, y la Comunicación titulada “[I]ntensificar la ambición climática de Europa para 2030”11 que propone aunar los esfuerzos y financiación destinados por la UE a la lucha contra la crisis sanitaria de la COVID-19 con las medidas de lucha contra el cambio climático.
De las previsiones contenidas en las citadas iniciativas comunitarias para el desarrollo sostenible podemos deducir que uno de los sectores más relevantes para alcanzarlo es el energético. Así, la UE parte del concepto amplio de sostenibilidad, en su faceta económica, social y ambiental, proponiendo para alcanzar dicha sostenibilidad intervenir de manera prevalente en el sector energético.