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SUPERACIONES

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Las oposiciones clásicas no son abolidas por el momento, sino superadas. El gran secreto se desvela; algunos hablarían de la revelación del «proceso primario», de esa característica del inconsciente que, según Freud, se sitúa más acá de la sucesión temporal, de las relaciones de causalidad, del principio de no-contradicción y del tercero excluido, de la diferenciación entre negación y afirmación.

El proceso primario ignora todas esas relaciones lógicas que sostienen y soportan nuestra vida razonable. Ahora bien, el mundo, en Occidente por lo menos, nos tiende trampas sin cesar. La más difícil de rastrear es la de la alternativa, de apariencia binaria. Ante los conflictos internos del sujeto, no se trata de elegir uno de los polos del desgarro psicológico, una de las dos soluciones opuestas que parecen excluirse. En el campo de Treblinka, se decía: «Si tienes que elegir entre dos soluciones, elige siempre la tercera». Es claro que la tercera vía contiene y supera las dos primeras.

Veremos en el análisis de los contenidos de nuestras búsquedas cómo hemos podido, a partir de nuestra experiencia psiquiátrica infanto-juvenil, encontrar en la expresión deslizada en terapia (gracias a una creación ficcional, por ejemplo) una posibilidad extraordinaria de poner en escena conflictos y, de ese modo, superarlos.

A partir de un pensamiento binario, y hasta ternario, de oposiciones que se excluyen, la praxis del intersector tiende puentes, coloca los términos de otra manera. Como ejemplos de oposiciones clásicas, podemos citar: individuo/grupo/sociedad; psiquis/soma; persona/personaje; hospital/sector/estructuras intermedias; patología/salud; terapia/reeducación; etc.

La resolución de esas oposiciones de exclusión recíproca puede hacerse en la interacción con la intrincación, con la intrusión, con la fundación de nuevas categorías, con la ambivalencia, con la compatibilidad de los contrarios. Lo que cuenta es el genio sincrético del intersector que alcanza con frecuencia la polisemia, como se puede observar actualmente en el conjunto de las ciencias humanas, las cuales, por sí mismas, comienzan a superar las contradicciones: teoría/práctica, cuantificación objetivante/ aspectos cualitativos de la subjetividad.

El intersector autoriza la mezcla de las dimensiones individual, familiar, institucional y social, respecto a registros teóricos, psicológicos, sociológicos, políticos, económicos, culturales y transculturales. El compartimentalismo arbitrario de las ciencias humanas ha sido superado por la práctica de sector: comprensión individual del niñosujeto, aproximación a la familia como un todo irreductible a la suma de sus miembros, la consideración de los datos sociales y culturales que infiltran la familia y el individuo; todo eso coexiste en un cuadro complejo, pero coherente.

El niño está hecho de todas esas dimensiones; lleva en sí aquello que no ha sido resuelto por las diferentes instancias que le conciernen, forma cuerpo con esas problemáticas y responde a su manera, con un desplazamiento en el que juega su propia partida, pero remitiendo así a los otros (familia, sociedad, institución de la psiquiatría) aquello que se les ha escapado y que él ha recogido para transformarlo en su propio nivel individual.

La oposición habitual entre lo innato y lo adquirido es superada, reconstruida por el niño por medio de su propio dinamismo sincrético.

La práctica de sector infanto-juvenil cumple de este modo una función de elaboración antropológica.

Psiquiatría de la elipse

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