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DE LA LITERATURA ORAL AL COMPORTAMIENTO-DISCURSO
ОглавлениеEl lector habrá intuido probablemente que, entre una semiótica que se ocupa de los mitos y de los cuentos y una psicosemiótica que trata de analizar el sentido del comportamiento global del sujeto, existe una gran disparidad de objetos, tanto de naturaleza como de complejidad. Y eso incluso si se admite que un proyecto científico no se define principalmente por su objeto, sino por la especificidad de sus procedimientos de investigación.
La semiótica se ha construido progresivamente gracias, paralelamente, a una extensión notable de su objeto de estudio y a una complejización correspondiente de la modelización.
Por lo que se refiere al objeto, desde Semántica estructural (1966), al lado de los cuentos maravillosos encontramos ya la gran literatura (G. Bernanos) y también producciones textuales de sesiones de terapia por medio del psicodrama20. Dos años después solamente, las «condiciones de una semiótica del mundo natural»21 introducían una extensión máxima y profética del objeto: desde esa perspectiva, se puede pensar en describir no solamente las acciones «en papel» (= en los discursos orales y escritos), sino también los comportamientos «reales».
Siguiendo ese avance audaz, los semiotistas comenzaron a abordar los discursos lingüísticos más variados: los textos religiosos (bíblicos, coránicos, védicos), los textos literarios, poéticos, históricos, científicos, filosóficos… Luego, los textos no lingüísticos: la pintura, la fotografía, la arquitectura, la música. Y también los discursos «sincréticos» como el cine, el teatro, el mimo, el circo, la televisión, los rituales folclóricos, la danza clásica, etc.
Faltaba arriesgarse con una última audacia: pasar de los discursos construidos a los discursos del mundo natural, especialmente a la gestualidad que acompaña o no al lenguaje, a la proxémica (estudio de las relaciones espaciales entre los sujetos, sometidas a variaciones culturales importantes), sobre la hipótesis de que los modelos y procedimientos precedentemente construidos permitieran abordar el comportamiento humano concebido como producción discursiva.
Subsiste, no obstante, un problema espinoso, y prioritario, que surge de la delimitación del campo de observación, de la recolección de esos discursos semánticos que brotan a cada instante en todos los lugares en que son humanamente investidos.