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EL DISCURSO EN ACTO

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La otra perspectiva que se diseña, la del discurso en acto, no constituye sin embargo, propiamente hablando, otra semiótica: se trata siempre de una semiótica del discurso, es decir, de una disciplina que se esfuerza por establecer las condiciones en las que las expresiones y prácticas humanas, verbales y no verbales, crean sentido. Pero, en lugar de considerar la significación como resultado de articulaciones depositadas en un enunciado acabado, como lo hacía en sus comienzos, se preocupa ahora de indagar su emergencia, de descubrir las operaciones que la producen. Se esfuerza, en suma, por restituir el sentido de esa experiencia humana que consiste en producir y en interpretar cualquier cosa significante.

Se podría, en ese sentido, considerar la semiosis como un proceso de producción/interpretación —y en eso podríamos concordar con la filosofía peirciana—, y ese proceso sería entonces susceptible de ser captado bajo diversos aspectos:

1. Bajo el aspecto “incoativo” —el inicio del proceso semiótico—, tendríamos que ver con la semiosis emergente, que agrupa las condiciones perceptivas y sensibles, y hasta afectivas, de la significación.

2. Bajo el aspecto “durativo” —el proceso semiótico en curso—, nos llevaría a la semiosis enunciante, a la significación en acto, a la presencia significante, a la actualidad de la experiencia semiótica.

3. Y finalmente, bajo el aspecto “terminativo —el término del proceso semiótico—, nos encontraríamos con la semiosis enunciada, acabada en forma de un enunciado realizado y objetivado.

En esa perspectiva, vemos bien que no hay lugar para distinguir diversas semióticas, sino únicamente diversos puntos de vista sobre un mismo proceso, cada uno de los cuales delimita una fase de dicho proceso y define su propio dominio de pertinencia.

Más generalmente, el análisis semiótico de los textos, en cuanto al método, tiene que obedecer a una exigencia hermenéutica. En efecto, los diferentes modelos y niveles de análisis que propone no ofrecen interés si no permiten construir una competencia interpretativa más heurística que la simple competencia intuitiva, si no proponen soluciones interpretativas a las que no puede llevar la sola lectura intuitiva. Para satisfacer esa condición, la semiótica está obligada a desplazar regularmente el “punto de vista” analítico que propone y a suscitar de ese modo nuevas problemáticas.

Por ejemplo, desde los años ochenta, la semiótica se presenta como una “ciencia de las axiologías”, o más modestamente, como un método de análisis de los valores en el discurso. Se centra para ello progresivamente en la cuestión de las diferentes “vías de acceso” a las axiologías, sobre las diferentes captaciones posibles de los valores: captación sensible y propioceptiva, captación cognitiva y ética, captación estética y figurativa, etcétera. Por tal razón, la semiótica discursiva ha llegado poco a poco a convertirse en una teoría de la circulación de los valores en el discurso: condiciones y modalidades de la inscripción de los valores en el texto, procesos de construcción, de destrucción y de intercambio de los valores, asunción enunciativa y pasional de los valores, tales eran las nuevas preocupaciones.

Pero, paralelamente, se ha venido desarrollando el análisis modal, revelándose particularmente heurístico, puesto que da directamente acceso al conjunto de las estructuras narrativas y sintácticas del discurso: rinde cuenta, en efecto, tanto de los esquemas narrativos como de la identidad de los actantes, de las fuerzas que se oponen en los conflictos narrativos como de las que se gastan en las manifestaciones pasionales: los “estados de alma” de los sujetos semióticos no se forman directamente a partir del proceso narrativo mismo, sino a partir de las condiciones modales (querer, saber, poder, etcétera) a las que están sometidos.

Hoy en día, como todo cambio de punto de vista, el del discurso en acto aporta su lote de modificaciones axiológicas, de focalizaciones y de ocultaciones. Lo que es pertinente desde el punto de vista del discursoenunciado, por ejemplo: la estructura diferencial de la categoría, no lo es ya desde el punto de vista del discurso en acto, que preferirá más bien la reunión de un conjunto de percepciones para hacer de ellas las partes constitutivas de un todo percibido como coherente. Lo que es fácil de determinar desde un punto de vista, por ejemplo: la orientación de un recorrido narrativo terminado, será particularmente problemático desde otro punto de vista, por ejemplo: la dirección de un devenir en curso.

Es claro, pues, que la adopción del punto de vista del “discurso en acto” suscita nuevas dificultades, requiere nuevas soluciones y desemboca en nuevas problemáticas, si no inéditas, al menos no tomadas en cuenta desde los puntos de vista precedentes. He aquí algunas de esas problemáticas, entre las principales.

Semiótica y literatura

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