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2. EL RÍO YARRA DE AUSTRALIA

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En Australia también se han realizado esfuerzos para incorporar el reconocimiento de los derechos de la naturaleza en el sistema legal, especialmente después del juicio virtual sobre la Gran Barrera de Arrecifes de Coral en el Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza en 2014 (Boyd, 2017: 202). Como resultado de la participación en dicho juicio virtual (Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza, 2014), el gobierno federal de Australia y el regional de Queensland presentaron un plan de sustentabilidad a largo plazo (2050) ante la UNESCO para la conservación de los arrecifes (Boyd, 2017: 204). Otra iniciativa proviene de los pueblos indígenas y del Centro Australiano para los Derechos de la Naturaleza, quienes buscan la protección para el río Margaret y las comunidades que viven del río en el oeste (Australian Center for the Rights of Nature [Centro Australiano para los Derechos de la Naturaleza]).

Como un logro importante, en 2017 se reconoció la conexión intrínseca de los dueños tradicionales (Birrarung) del río Yarra6, y se introdujo un nuevo lenguaje en la legislación del Estado de Victoria al reconocerlo también como una entidad “integrada y viviente” (Yarra River Protection [Wilip-gin Birrarung murron] Act, 2017 [Ley de Protección del río Yarra]). En este caso en especial por primera vez los intereses del pueblo Wurundjeri aparecieran en el Parlamento dándoles voz (O’Bryan, 2018). Victoria, Estado del sureste de Australia donde se ubica el río Yarra, alberga parte de la cuenca del Murray Darling. El río Yarra/Birrarung corre por la parte central de Victoria, donde se estableció Melbourne, siendo el río la fuente de agua dulce para los conquistadores europeos, sus asentamientos, agricultura y actividades industriales, pero también el lugar de desecho de aguas de drenaje y residuos industriales (Clark, Emmanouil, Page y Pelizzon, 2019: 823-824). Para el pueblo Wurundjeri el río Birrarung (Yarra, en su lengua) es una entidad viviente con la que siempre han tenido estrecha relación, aunque fueron desplazados por los colonizadores después de su llegada al territorio australiano (Clark, Emmanouil, Page y Pelizzon, 2019: 787).

Utilizando palabras similares a las de la Ley Te Awa Tupua, la ley de protección del río Yarra lo reconoció como una “entidad natural integrada y viviente”, así como la conexión intrínseca que sus dueños tradicionales tienen con él. La ley también designó a una entidad denominada “Birrarung Council” para asesorar en su gestión y manejo al ministro encargado (Yarra River Protection (Wilip-gin Birrarung murron) Act 2017, art. 5.46). El Birrarung Council es la voz del río y debe tener por lo menos dos representantes de los pueblos tradicionales (O’Bryan, 2017; Yarra River Protection (Wilip-gin Birrarung murron) Act 2017, art. 5.49; Clark, Emmanouil, Page y Pelizzon, 2019). Sin embargo, en la ley de protección del río Yarra el pueblo Wurundjeri no tiene el mismo peso que el pueblo Māori en relación con la representación del río, debido a que de un grupo de doce, solo dos representantes de la tribu tienen voz (Macpherson, 2019). La ley también establece principios de protección para ser considerados por los tomadores de decisiones administrativas en la planeación del agua y para el desarrollo de planes estratégicos del río.

Si bien en la ley de protección no figura el río como persona jurídica, se reconoce la conexión del pueblo Wurundjeri con el territorio y una jurisdicción amplia para las actividades del Birrarung Council (Macpherson, 2019; Clark, Emmanouil, Page, & Pelizzon, 2019; O’Bryan, 2018; O’Donnell, 2018). Esta ley resulta innovadora y de gran contribución para el reconocimiento de los derechos de la naturaleza porque le brinda un lugar a los intereses culturales del pueblo Wurundjeri sobre el agua (Macpherson, 2019). Erin O’Donnell, uno de los guardianes nombrados para el río Yarra, considera de gran poder centrar los valores de los pueblos indígenas como una herramienta para la evaluación de la relación del río con el hombre (Macpherson, 2019; O’Donnell, 2018). En el contexto de la construcción del medio ambiente como sujeto legal, primero debe ser valorado por las narrativas culturales de la sociedad para luego colocarse como objeto merecedor de la protección legal y posteriormente adquirir la calidad de sujeto de derecho (O’Donnell, 2018).

Reconocimiento de la naturaleza y de sus componentes como sujetos de derechos

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