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Enero 18
Una promesa para ti

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"Pero recibiréis poder, cuando hay venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra". (Hechos 1:8)

Siete semanas después de la muerte y resurrección del Señor, ocurre el gran evento de pentecostés cuando los discípulos estaban unánimes juntos orando y de repente se aparecieron lenguas de fuego que se posaron sobre sus cabezas, y todos fueron llenos de ese fuego espiritual que los transformó para siempre. El día del gran derramamiento del Espíritu Santo sobre los hijos de Dios. El poder del Señor siendo derramado sobre sus discípulos.

¿Por qué necesitaban ellos de este poder?

Debían tener poder para enfrentarse con un enemigo astuto y hostil.

Debían tener poder para contender por la fe.

Debían tener poder para hacer milagros y predicar resueltamente la Palabra de Dios. Sus propias debilidades y temores interiores podrían convertirse en invencibles obstáculos que debían ser conquistados.

Este poder les había sido otorgado siempre que mantuvieran una vida llena del Espíritu Santo.

Pentecostés es la respuesta final de Dios a la tibieza de los corazones y a la apostasía de estos tiempos. Pentecostés significa corazones encendidos, vidas totalmente dedicadas, motivadas por una ardiente pasión por predicar a Cristo a nuestro mundo antes que Él venga otra vez a establecer su eterno Reino.

El cumplimiento de esa promesa cambió el destino del mundo para siempre. De ahí en adelante todo ser humano que está lleno del poder del Espíritu Santo, cada vez que se para delante de otros a compartir la palabra, o cuando testifica o comparte su fe, o cuando usa sus dones, se convierte en un canal a través del cual Dios obra directamente en los demás. No son sus palabras, son palabras divinas; no es su poder, es poder de los cielos; no son sus habilidades, son dones celestiales y tampoco es su honra, la honra es para Aquel que lo envía con ese poder.

Este toque del Espíritu Santo, esta promesa del Padre, este poder de lo alto, ha sido exactamente lo que Cristo estableció como la condición indispensable para llevar a cabo la obra que está delante de nosotros.

Hemos sido llamados a marcar una diferencia en este mundo. Hemos sido llamados a ser sal y luz en medio de un mundo insípido y en tinieblas.

Pero no lo podemos hacer con argumentos humanos, necesitamos poder desde lo alto.

Pide hoy el Espíritu Santo y “recibirás poder”, y serás testigo de una obra descomunal en este mundo.

Oración:

Mi oración en este día Señor, es que envíes sobre mi vida el poder del Espíritu Santo. Anhelo su llenura, su guía, su presencia. Quiero servirte con la unción que viene de los cielos, para que no sea yo quien haga las cosas, sino que seas tú mismo a través de mí. Sí, quiero ser ese instrumento en tus manos y es por eso que necesito el poder del Espíritu Santo sobre mi vida. Amén.

Una semilla para cada día

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