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Enero 26
Lo haré de nuevo

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“He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír” (Isaías 59: 1)

¿Anhelas tú algo más de Dios para tus días? ¿Crees que Dios puede hacer esas grandes maravillas de nuevo y las señales y prodigios que contaron los antiguos a sus hijos, para que puedan ser también parte de nuestra historia?

Podemos nosotros recordar por ejemplo, cómo Dios abrió los mares con su poder y toda la caballería egipcia entró en él persiguiendo al pueblo de Israel, solo para perecer en el fondo cuando El Señor cerró de nuevo el camino que había abierto para su pueblo.

El Señor derribó los muros de la ciudad fortificada de Jericó, abrió el rio Jordán cuando su pueblo caminó hacia la tierra prometida, confundió a los ejércitos que querían destruir al pueblo de Israel, le dio valor a David para vencer al gigante Goliat, salvó a los moradores de Jerusalén de la mano del rey de Asiria, respondió a la alabanza de sus hijos y sus enemigos terminaron destruidos como respuesta a ese clamor, levantó profetas que trajeron palabras de los cielos, levantó a Sansón para destruir a miles de filisteos, levantó a otro hombre como Gedeón para vencer a los madianitas, detuvo el sol en Gabaón y la luna en el valle de Ajalón para permitir que su pueblo ganara la batalla, le dio valor a sus hijos para derrotar a los enemigos más fuertes y numerosos para conquistar lo que parecía imposible.

¿No es acaso la obra de Dios maravillosa? ¿No es acaso que debemos recordarlo siempre para contarle al mundo entero del poder del Dios al cual servimos?

Nuestro anhelo también es ser testigos de cómo el demonio huye ante el poder de un santo y las comunidades se limpian de crímenes y de maldad, y los jóvenes ven visiones celestiales y los ancianos tienen sueños de restauración y toda carne recibe el poder del Espíritu Santo para profetizar y ver grandes prodigios en el cielo y en la tierra.

¿No es palabra divina? ¿No es promesa que viene de los labios de un Dios que no miente?

Por supuesto que sí, Él es el mismo de ayer, hoy y mañana y su mano de poder no se ha acortado, por lo tanto guarda siempre la expectativa porque no sabes si hoy llegará tu milagro.

Oración:

Amado Dios, reconozco que tú eres el Único Dios verdadero y que has obrado con tu poder a favor de los tuyos. Sé que no hay nada imposible para ti y creo que hoy tú puedes hacer algo en mí, algo que he estado esperando por tanto tiempo. Sin duda este será un día para ver de nuevo tus grandes maravillas. Tú eres el mismo de ayer, de hoy y de siempre. Amén.

Una semilla para cada día

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