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Enero 19
Un doble pecado

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“Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”. (Jeremías 2:13)

Gran parte de la humanidad en nuestros días se esfuerza desesperadamente por negar a Dios, su poder y su influencia en este mundo. Niegan que exista o simplemente intentan encontrar explicaciones racionales a lo que no lo tiene.

Sin embargo, la queja del Señor no es para los que siempre han pensado así, pues al fin y al cabo no se interesan por las cosas divinas. No. La acusación es para su pueblo, para quienes dicen que son seguidores del Dios vivo.

¿Cuál es la queja de Dios para ellos?

Se han apartado, se han alejado de la fuente del agua viva, se han enfriado, no tienen respuestas en este mundo tan difícil, no tienen argumentos porque no conocen la palabra, no saben por dónde ir porque no tienen iluminación divina, andan errantes, son ciegos guiando a otros ciegos y lo que es peor aún, no solo se han alejado de Dios, la fuente del agua viva, sino que además han hecho sus propias fuentes donde van a beber.

Pero es agua contaminada, no tiene pureza. Son cisternas rotas, pozos agrietados y están buscando allí la sabiduría y la dirección, pues buscan en vano porque ese no es el lugar de la bendición.

Se han olvidado de lo que Dios ha hecho a su favor, han preferido usar sus propios argumentos sin recordar que la mano de Dios una y otra vez se ha levantado para sacarlos de su postración y darles una nueva vida.

A pesar de todo eso El Señor siempre le recuerda a su pueblo: Si se vuelven a mí la encontrarán de nuevo. Si vienen a mí ya no habrá más frialdad ni sequedad, si vienen a mí, dice El Señor, encontrarán lo que necesitan y ya no habrá más aridez ni desolación en sus vidas, la gloria del Señor calmará su sed para siempre.

¿Quieres tú esa gloria sobre tu vida? ¿Quieres tú experimentar el respaldo de Dios en todo lo que haces?

Entonces vuelve a la fuente del agua viva. “Más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para la vida eterna” (Juan 4: 14).

¿Por qué morirse de sed al lado de la fuente del agua viva?

Oración:

Mi anhelo de cada día es beber de esa agua que tú das, Señor. Sé que solo de esa manera seré saciado/a y mi alma encontrará la frescura para seguir adelante. Mi alma está sedienta de tu presencia, de tu amor, de tu misericordia, de tu gracia y de tu poder. Solo en ti encontraré la fuente perfecta que calmará mi sed para siempre. Amén.

Una semilla para cada día

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