Читать книгу La maldad de los hombres buenos buenos - John McMahon - Страница 14

La niña estaba helada.

Podía levantar la mano —en su mundo al revés— y desabrochar el cinturón de seguridad. Pero su padre le había advertido que no lo hiciera nunca.

Recordó un momento, quizá hace un mes. Se le había caído el iPad mientras estaban en marcha y se desabrochó el cinturón de seguridad para recoger la tableta. El coche emitió un pitido y Papá le regañó. Le gritó como le habían gritado otros en lugares donde había estado.

Volvió la vista hacia el Toyota. Su coche estaba en equilibrio en el arcén y la camioneta del malo retrocedía hacia ellos.

De pronto, apareció una luz a lo lejos.

Parpadeó —«osciló» era una palabra que había aprendido hacía poco—, volviéndose más intensa y luego más tenue.

Notó que le resbalaba un líquido pegajoso por la cara y le latía la garganta. Algo le había golpeado el cuello al chocar la camioneta Toyota contra el coche.

La luminosidad fue aumentando hasta que vio un par de luces de un camión enorme. Los faros altos de un tráiler que se detenía en el arcén detrás de ellos.

—Viene alguien —susurró.

Pero no le llegó ninguna respuesta de la parte delantera del coche.

Papá no dijo nada. Mamá no dijo nada.

Solo silencio. Y peligro. Porque con los adultos, siempre llegaba el peligro. Siempre había sido así.