Читать книгу Catacumba - Jorge Rivas Tride - Страница 25

Tenía estrictas órdenes de usar aquella lámpara durante los primeros días con una sola condición, debía ser solo en presencia de Matilde. Según ella, sabría con certeza cuando estaría capacitado y, por ende, me lo diría. En ese minuto ella era la autoridad al respecto y dejaba claras sus exigencias porque sabía que estaba desobedeciendo en forma descarada los lineamientos de Ana como nunca había ocurrido.

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Mi curiosa mente estuvo siempre ávida de conocimientos, por ello, cuando estaba solo rompía la promesa; encendía la lámpara y me quedaba más tiempo. Estaba seguro de que, una vez conseguido el permiso, Matilde me daría poco tiempo para estar con la luz y como no habría forma de conocer un lapso delimitado para medirlo con exactitud, podría extenderme cuanto estimara conveniente. Sin embargo, como nada de aquello importaba entonces, continuaba aprovechándome de la situación y con deliberación me quedaba en vela.

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