Читать книгу Catacumba - Jorge Rivas Tride - Страница 28

La Desobediencia de Matilde 12 de Junio de 1812 Una vez más, el estridente llanto del tirano lactante cruzó el pasillo con total facilidad, por descuido, la puerta había quedado semi abierta y Matilde de inmediato lo sintió. Como un rayo se levantó antes de que despertara Ana o cualquiera de las otras dos mujeres que habitaban la casa, aún no era medianoche y Matías corría serio peligro de muerte.

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Abrió los adornados portales de la repisa y estos, mágicamente cedieron, aquel mueble camuflaba de manera perfecta el largo pasillo con escalones de tierra que descendían hacia la pesada puerta que daba a la catacumba. En medio del pasillo encendió la lámpara y apresuró el paso.

El efecto del acónito había pasado, debía alimentarlo y faltaban pocos minutos para las doce. Estaba muy contenta de cumplir su palabra, cogió a Matías y comenzó a arrullarlo y a cantarle con su meliflua voz. Lo acercó a su suave regazo, el cuerpo de Matilde era acogedor para el pequeño, quien detenía su llanto apenas era sostenido por ella con su robusta humanidad; era casi tan alta como Ana.

Por un descuido había dejado el biberón arriba, en su pieza, donde lo camuflaba y de inmediato sintió un apretón en el estómago; debía subir cuanto antes. Al verse obligada actuó rápido, juntó las puertas con sutileza y del fondo de un velador extrajo la mamadera, se dirigió a la cocina y la llenó de leche con el mayor sigilo del que ya tenía por naturaleza.

Regresó y cogió al bebé en sus brazos mientras lo alimentaba, acomodó la rústica silla y la apoyó contra la terrosa pared en donde se ubicaba también la estantería en la que Clotilde cuidaba sus plantas, apenas visibles ante la tenue luz del candelabro.

―Mi niño precioso ―dijo y lo besó en la frente.

Dieron las doce, el plazo había pasado y Matilde sintió una gran angustia al saber lo que eso significaba, los siete días habían pasado y se verían obligadas a cuidarlo y no dejarlo nunca ver la luz del sol. “Dos semanas de suplicio”, pensó aterrada y recordó aquella vez que sus padres le revelaron las reglas y consecuencias de un hombre en la familia.

Catacumba

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