Читать книгу Las violencias en los entornos escolares - José Claudio Carrillo Navarro - Страница 10
ALGUNOS ANTECEDENTES
ОглавлениеMás allá de lo que sucede con algún tipo de información pública y masiva, los estudios cuantitativos sobre la incidencia del problema y sus características pueden apoyar al diseño de políticas públicas, lo que no ayuda es que tales situaciones sean construidas con información manipulada o con notables sesgos, sin embargo, todavía hay poca información de buena calidad al respecto y no alcanza una cobertura nacional. Haciendo una exploración sobre el tema, encontramos que en el año 2008 Muñoz reportaba que no existían investigaciones trasnacionales en las que México hubiera participado y concluía que no había razones para asumir que la magnitud del problema en México fuera muy distinta de lo observado en estudios realizados en otros países.
Moviéndonos al año 2009, si bien los medios publicaron que la OCDE había identificado a México como el primer lugar internacional en casos de bullying, hay que decir que México no participó en la investigación trasnacional realizada por dicho organismo sobre el tema en ese o algún otro año. En la investigación de la OCDE sobre bullying participaron 24 países entre los cuales Grecia y Turquía mostraron los índices más altos de maltrato entre compañeros (OCDE, 2009a).
Lo que sí reportó dicha organización fue que México ocupaba los peores lugares en un estudio comparativo que evaluaba el bienestar infantil en 30 países. México ocupó el lugar 29 en bienestar material, el 26 en hogar y medio ambiente, el 29 en bienestar educacional, el 28 en salud y seguridad y el 30 en comportamientos de riesgo (OCDE, 2009b).
A pesar de que suele ser política y mediáticamente más sencillo ubicar el problema del bullying en las relaciones entre escolares (como lo hicieran los medios) la solución de los problemas identificados por la OCDE rebasa por mucho las interacciones entre compañeros. El bienestar material, el hogar, el medio ambiente, el bienestar educacional, la salud y la seguridad, requieren de políticas más allá del diseño de una ley que reglamente las relaciones entre compañeros y las acciones de profesores y padres de familia al respecto. La violencia escolar y con ello el bullying, es un asunto que depende de múltiples factores que van desde la manera en cómo son comprendidas las relaciones interpersonales, hasta cómo se estructura la sociedad, pasando por los antecedentes histórico-biográficos (Castillo 2010; 2011 y 2012).
No obstante que el estudio cuantitativo sobre las tasas de prevalencia del bullying en México sigue siendo una tarea pendiente, Del Tronco y Madrigal (2013) presentan una aproximación considerando información de 1,389 estudiantes de secundaria de diez ciudades del país (Acapulco, Chihuahua, Colima, Durango, Mexicali, Tijuana, Reynosa, Toluca, Texcoco y Villahermosa). En el rango más bajo de frecuencias respecto de este tipo de comportamientos, estos autores detectaron un 9.4% de varones que han sufrido el intento de ser forzados a tener relaciones sexuales, y en el más alto un 38.76% que ha recibido amenazas. Para el caso de las mujeres, el rango más bajo está en un 3.89% de intentos de ser forzadas a tener relaciones sexuales, y el más alto corresponde a un 43.13% de intentos de besos o tocamientos por la fuerza.
En comparación con la citada investigación del INEE, dónde se identifica la incidencia de los robos entre un 43.6% y un 46.4%, Del tronco y Madrigal obtuvieron un índice del 33.62%; y mientras que el INEE encontró que las agresiones físicas estaban entre un 14.1% y 17%, Del Tronco y Madrigal las ubican en un 36.6%. Los datos son dispares, y los de estos últimos autores se acercan más a lo reportado en otras investigaciones nacionales de carácter local o en las investigaciones internacionales citadas párrafos arriba.
Del Tronco y Madrigal señalan que “no todo es bullying” y ubican a la escuela como un espacio capaz de generar sus propias formas de violencia, como el abuso de autoridad. El 16.74% de las mujeres y el 23.64% de los varones reportan haber sido ofendidos verbal o gestualmente por sus profesores. También han sido amenazados, calumniados, discriminados y agredidos físicamente por éstos en porcentajes que van entre el 6.18% y el 14.44% para el caso de las niñas, y el 14.37% y el 20.51% para el caso de los varones.
Estudios como el previo nos dan una visión más aterrizada de lo que sucede con el fenómeno en cuanto a sus dimensiones a grandes escalas, pero cuando se trata de explicar lo que pasa detrás de los números, los estudios cualitativos como el realizado por Prieto (2013) y Carrillo y Prieto (2013), pueden dar mejor cuenta de las dimensiones subjetivas y humanas del problema, y las estrategias etnográficas dan mejor cuenta de la complejidad del fenómeno. Entre los trabajos pioneros más visibles en México con metodología etnográfica están los de Saucedo (2005), Tello (2005), Gómez (2005) y Prieto y García (2005) que muestra la incidencia de factores familiares, escolares y sociales en la presencia de violencia en escuelas mexicanas. Algunas investigaciones han trascendido la pesquisa y se han traducido en programas de intervención (Prieto, Carrillo y Jiménez, 2005).
Trabajos como los señalados dan cuenta de cómo la violencia en las escuelas es un asunto complejo que, al inmiscuirse en la dinámica de la socialización, conduce a procesos de “normalización” que tienden a hacer invisible la relevancia del daño a las personas agredidas y en última instancia al tejido social. En este contexto se encuentra este capítulo. Lo que se describe a continuación atiende a las dimensiones cualitativas de la violencia vinculada con una escuela en una población semirrural (que permanecerá anónima) del estado de Yucatán.