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Las relaciones entre niños

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Como parte de las actividades programadas con los niños de la comunidad, se hizo una visita al jardín botánico y de regreso se les ofreció a los niños un bocadillo y agua en sus propios salones. Los docentes de la primaria acompañaron el trayecto en el que fue posible observar que los niños se empujaban unos a otros, se aventaron las naranjas agrias que encontraron tiradas en el camino así como pequeñas piedras; se arrebataron unos a otros las vainas de frijol que habíamos cosechado durante la jornada. Un niño le quitó a otro su almuerzo, lo tiró al piso y lo pateó.

Los niños expresaban sus quejas hacia los adultos y estos se dedicaban a dar instrucciones sobre lo que los niños debían o no hacer. En otra ocasión supimos por boca de los mismos niños como uno había lastimado a su compañero al arrojarle una piedra a la cabeza, y como otro había robado el pececito de un compañero y lo había vendido en la escuela a otro niño, todo ello muros adentro en la escuela de aulas multigrado.

Sus juegos son también muy agresivos. No solo porque imitan los programas de guerra que ven en la televisión, sino porque, aun en actividades como la práctica del futbol, los niños comienzan jugando y terminan peleando, y es frecuente ver cómo los mayores incitan a los más pequeños a pelear quedando aquellos como espectadores de las agresiones. Estas situaciones tuvieron consecuencias más allá de lo cotidiano: en el ciclo escolar 2013-2014 al menos en dos ocasiones se requirió atención médica: para un niño descalabrado y para otro niño con un brazo roto. Los maestros no perciben esto como violencia, dicen que simplemente los niños están jugando. Podría pensarse que aquellos fueron accidentes ocasionales, quizá no son tan ocasionales. También hay casos menos escandalosos pero no menos severos:

Hay un niño en especial […] que los papás son muy […] es hijo único y los papás son muy sobreprotectores y a él tooodos le hacen, o sea como que lo agarran como barquito, todos lo agreden, le echan la culpa de las cosas que pasan, a veces, “Ah, tiró basura” o “Ah, hizo esto” o “Me está pegando”, y no es cierto, el niño está sentado en su lugar. Y el maestro les cree, y si el niño… a veces como que… de hecho dice la mamá que el niño no quiere ir a la escuela. El niño no quiere ir a la escuela, solo cuando va la prima, que es la que lo defiende, va a cuarto grado (I, 23/04/2014).

Observamos en esta escuela multigrado relaciones interpersonales muy deterioradas que no tienen visos de ser atendidas por parte de la institución educativa. A diferencia de lo que sucede en las escuelas de las ciudades, donde los padres y madres tienen la opción de cambiar a sus hijos a otra institución, estos niños van a seguir coincidiendo dentro y fuera de la escuela posiblemente durante toda su vida, y se convertirán en adultos socialmente lastimados entre sí. Los profesores no solamente no saben cómo ejercer mediación, sino que frecuentemente son parte del problema mismo.

Las violencias en los entornos escolares

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