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EL CONTEXTO DESINFORMATIVO Y OFICIAL DE LA VIOLENCIA ESCOLAR EN MÉXICO
ОглавлениеDiferentes medios informativos de la República Mexicana (como la cadena CNN, y los diarios El Economista, La Jornada, El Universal y Milenio) publicaron entre marzo y mayo del 2014 que, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México “ocupa el primer lugar internacional en casos de bullying”. Aquí un ejemplo de lo expuesto en estos informativos:
México ocupa el primer lugar internacional de casos de bullying en educación básica ya que afecta a 18 millones 781 mil 875 alumnos de primaria y secundaria tanto públicas como privadas, de acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Valdez, 2014, s. p.).
Es interesante, pues rastreando la cifra, tres años antes, el 17 de abril de 2011, aparece una nota en el periódico El Universal (Otero, 2011) donde se cita la misma cifra y se identifica como el origen de la información una investigación de la citada OCDE realizada en el año 2009 y se cita como fuente un boletín de prensa de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). La Comisión Nacional de los Derechos Humanos México informó en el año 2011 lo que sigue:
Ante el riesgo que representa para 18 millones 781 mil 875 niños que estudian primaria o secundaria ser víctima del fenómeno conocido como bullying o acoso escolar, es imprescindible reforzar las acciones para erradicar esta práctica nociva (CNDH, 2011, p. 1).
Es decir, la cifra refiere a la población total de estudiantes de educación básica inscritos en el año 2011, pero las notas del 2014 nos conducen a pensar otra cosa. La “información” públicada en el 2014 es inverosímil, y su presencia como “noticia” antecedió, también en los medios informativos nacionales, a la promoción de la iniciativa de la Ley General para la Prevención y Atención de la Violencia Escolar, presentada ante la LXII Legislatura de la Cámara de Diputados el 4 de junio de 2014. Lo previo pone en evidencia que no es posible sacar conclusiones respecto de la incidencia de bullying en nuestro país a partir de información pública de este tipo, y sí pensar que la población en general está desinformada al respecto.
En un contexto diferente, la instancia que a nivel nacional recoge datos que nos pueden aproximar al problema es el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (organismo público autónomo) que sistematizó los datos provenientes de los “cuestionarios de contexto” de la prueba Excale (Examen para la Calidad y el Logro Educativo) aplicada en 2005, a partir de lo cual publicó un texto titulado Disciplina, violencia y consumo de sustancias nocivas a la salud en escuelas primarias y secundarias de México. Los cuestionarios fueron administrados a docentes y alumnos (47,858 de escuelas primarias y 52,251 de secundarias). En el citado documento se escribió lo siguiente:
En primaria, el acto violento que más se enfrenta es el robo de algún objeto o dinero. Ahora bien, por las dimensiones que mostró este incidente, es presumible que en la gran mayoría de los casos no haya constituido un atentado grave a las posesiones de los alumnos, o incluso, que en cierto número de casos no se trate de robo como tal, sino de pérdida involuntaria por parte de los propios alumnos afectados (Aguilera, Muñoz y Orozco, 2007, pp. 57-58).
El estudio muestra índices de victimización de un 46.4% en robos en primaria y 43.6% en secundaria; un 24.2% en burlas en primaria y un 13.6% en secundaria; un 17% en agresiones físicas en primaria y un 14.1% en secundaria. En el estudio se concluye:
Lo primero a señalar es que la magnitud de las manifestaciones violentas exteriorizadas por los estudiantes en las instituciones educativas es relativamente baja y se ajusta a los rangos registrados en otros estudios. Sin embargo, se identifica que existen algunos casos en los que la manifestación de violencia es alta y por lo tanto preocupante (p. 187).
Estos y otros porcentajes mostrados en el texto difieren notablemente de los datos internacionales reportados sobre el tema en años previos y posteriores, en los que el abuso verbal (entre ellos las burlas), tiene siempre una mayor incidencia sobre las demás formas de maltrato (Aparicio y Córdoba, 2005; Avilés, 2003; Cajigas, et al., 2006; Castillo y Pacheco, 2008; Defensor del Pueblo, 2000 y 2007; Hoyos, 2005; Ortega, 2005; Smith, 2006) y donde el robo es mucho menos frecuente incluso que las agresiones físicas. Concluimos que fuentes gubernamentales como este texto del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) tampoco han sido útiles para aproximarnos a las dimensiones del problema.