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CERRANDO: MÁS ALLÁ DE LOS “RESPONSABLES”

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Quizá en este punto nuestro lector se haya contagiado ya de los sentimientos de indignación y rabia –quizá insuficiente– que los autores hemos experimentado en nuestro contacto cotidiano con la comunidad, pero el asunto no termina aquí. Sencillo es cuando, desde la perspectiva del derecho, podemos identificar responsables y aplicar sanciones, pero si vamos hilando hacia atrás y vemos qué hubo antes de lo que hay ahora, es posible identificar una serie de elementos estructurales que por obvios y desatendidos se vuelven invisibles, pero que tampoco son un secreto para nadie y que están propiciando que pase lo que aquí se ha descrito.

• Los profesores no tienen herramientas para lidiar con los problemas conductuales, emocionales, cognitivos y familiares de sus educandos. Ante esa situación, la única respuesta que conocen es la violencia. Su licenciatura no los capacitó para atender estos casos, solamente los certificó para tener ese trabajo.

• Las aulas multigrado y la presencia multicultural representan un reto profesional importante para el cual los docentes tampoco están suficientemente preparados.

• Para los profesores que trabajan fuera de la ciudad, el acudir a las comunidades representa un costo en tiempo y dinero que generalmente no es compensado por la institución para la cual trabajan. Esta circunstancia a menudo se percibe como injusta pues, además, tienen mayor número de dificultades de las que tienen los profesores en las grandes ciudades. No quieren estar ahí y por consiguiente no se vinculan ni se comprometen realmente con los problemas de la comunidad en la que trabajan.

• Los padres y madres de familia de esta comunidad viajan todos los días al menos 52 km para ganar el sustento y los niños se quedan solos en casa o a cargo de familiares que no están realmente comprometidos o no son capaces de apoyar a estos niños y vigilar su desarrollo.

• Los empleos de las personas de esta comunidad son precarios, cualquier gasto adicional (como puede representar el llevar a un niño a recibir terapia a la capital del estado) representa un costo imposible de solventar, tanto en términos de esfuerzo (pues ambos padres trabajan), como de recursos económicos.

• Muchas veces los hoy adultos fueron socializados mediante la violencia. Algunos no conocieron otra forma de relacionarse con los demás, por consiguiente confunden disciplina con violencia.

• Los servicios públicos y recursos de la escuela son insuficientes (ej. no hay servicio de recolección de basura, no hay agua purificada para que tomen los estudiantes durante los recreos).

La Secretaría de Educación Pública posiblemente no considera que el bienestar psicológico entra dentro de las necesidades de las escuelas y por lo mismo no hay plazas suficientes para contratar a personal capacitado que atienda los problemas emocionales y cognitivos de los educandos en las propias escuelas.

Así, regresando a lo que los medios de comunicación no publicaron respecto de lo declarado por la OCDE, no estamos ante un primer lugar internacional en la práctica del bullying, no hay evidencias de ello. Estamos ante un tipo de violencia estructural que propicia un tejido social muy lastimado que en el caso de estos escolares se caracteriza por un precario bienestar material, condiciones desfavorables en el hogar y el medio ambiente, un agudo malestar educacional, precariedad en salud y seguridad, y altos índices de comportamientos de riesgo, donde persona, hogar, escuela y comunidad están siendo profundamente afectados. Las consecuencias a mayor escala que este tipo de estructura puede generar en la sociedad a mediano y largo plazo, se viven ya en otros estados de la república.

Las violencias en los entornos escolares

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