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5. La crisis, una oportunidad

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Donde está el peligro está también la salvación. Con la voluntad solidaria de toda la sociedad y con el acierto político, de la crisis puede surgir una oportunidad de mejora y cambio. España podría aprovecharla para afrontar muchas de las asignaturas que tiene pendientes.

La economía española –como la de tantos otros países– se ha visto sorprendida por el frenazo en seco de la actividad, con unos primeros efectos devastadores. Pero tiene más músculo empresarial que en anteriores crisis para recobrarse y progresar. La pertenencia al club europeo le proporciona, además, una red de seguridad que no puede desaprovecharse. España debe participar plenamente en los planes de recuperación paneuropeos, esforzándose por no quedar rezagada en sus propios programas de tecnología y competitividad y por atraer inversiones de otros países europeos, evitando deslocalizaciones hacia los países del Centro y el Este, que podrían producirse en algunos sectores, como el del automóvil. España cuenta con suficientes atractivos competitivos, pero para asegurar su futuro industrial y tecnológico, debe reforzarlos. Ha de aspirar no solo a recuperase de la recesión sufrida, sino también a fortalecer su tejido productivo para encarar los grandes desafíos del tiempo que llega.

Desde tal perspectiva, diez grandes retos están planteados:

• Primero, cuidar al máximo el sistema socio-sanitario, uno de los núcleos del Estado del Bienestar. Se requiere un mayor gasto público en material y equipamiento, y mejores condiciones laborales y remunerativas para el personal sanitario en todas sus categorías y especialidades.

• Segundo, crear un verdadero ecosistema de innovación, bien dotado y gestionado y con colaboración público-privada. La innovación es la clave del crecimiento económico para economías ya muy maduras, como la española. España se encuentra hoy encuadrada en el grupo de países «innovadores moderados» (Italia, Portugal, Grecia, Croacia, Chipre, la República Checa, Estonia, Hungría, Lituania, Malta, Polonia y Eslovaquia). Como también en el caso de Italia, no es el grupo que corresponde a su nivel de desarrollo y al que debe aspirar.

• Tercero, mejorar el sistema educativo, con mayores dotaciones y exigencias a las universidades, impulsando la formación profesional dual e incentivando la formación en las empresas, a través de ayudas públicas, dadas sus positivas externalidades.

• Cuarto, combatir la desigualdad en la distribución de la renta y reducir los niveles de pobreza. El foco hay que situarlo en los colectivos más desfavorecidos y más vulnerables, los que tienen menos recursos, educación o estabilidad en el empleo. Cierto nivel de cohesión social es condición para la estabilidad de la democracia.

• Quinto, reformar el sistema de pensiones, asegurando su sostenibilidad.

• Sexto, acometer los cambios necesarios en las modalidades laborales para acabar con la precariedad en la contratación laboral y eliminar la dualidad, abordando ya también la regulación del teletrabajo.

• Séptimo, avanzar en la transición ecológica hacia una economía verde y descarbonizada, haciéndolo en estrecha conexión con los sectores que necesitan reconvertirse, como el del automóvil.

• Octavo, progresar con firmeza en la transición digital, mejorando los niveles de digitalización actuales de empresas y administraciones, e incrementando la formación al respecto de los trabajadores. La cooperación con los restantes países europeos para el desarrollo de la economía de los datos y la Inteligencia Artificial será fundamental en este ámbito.

• Noveno, internacionalización: seguir impulsando un proceso que ha reportado los mejores dividendos a la economía española en las décadas más recientes, una demostración de gran capacidad de gestión y de liderazgo empresarial.

• Décimo, modernización de las Administraciones públicas, objetivo recurrente. Dicho del modo más esquemático: conseguir que la eficiencia de los servicios públicos esté en correspondencia con los requerimientos de una sociedad exigente y una economía avanzada.

La política económica –no solo ella– se enfrenta, pues, a retos de enorme envergadura. En los sucesivos capítulos de esta obra se aportan datos y razones que lo justifican.

Lecciones de economía española

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