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1. Introducción

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Como el resto de los países de Europa occidental, desde el Báltico al Mediterráneo, España ha conocido a lo largo de los dos últimos siglos y al compás de la afirmación del capitalismo como orden social y económico, un vasto proceso de crecimiento y cambio. Frente a situaciones anteriores con perfil más estacionario, donde los aumentos de la producción eran no solo menores sino también más discontinuos, con cambios más lentos y graduales, la singularidad de la historia económica contemporánea europea proviene, tanto del carácter sostenido a largo plazo del movimiento ascendente de la renta real por habitante, como de las hondas transformaciones inherentes a la sustitución de la base agraria de las sociedades tradicionales por otra nueva industrial y urbana; todo ello en paralelo al reconocimiento pleno de la propiedad privada y al creciente papel del mercado en la asignación de bienes, servicios y factores de producción (tierra, trabajo y capital). Crecimiento económico moderno (esto es, incremento mantenido a largo plazo del producto por persona y por trabajador, acompañado de cambios estructurales, según la generalmente aceptada formulación de Kuznets), industrialización y consolidación del capitalismo resultan en este sentido sinónimos, y así se entenderá aquí, dejando ahora a un lado posibles distinciones y matices.

En el arranque de dicho proceso de plural significación se sitúa la revolución industrial, entendiendo por tal un conjunto de innovaciones mecánicas y de organización de la producción (esto es, tecnológicas en un sentido amplio) que, unidas a otras sociales e institucionales, promueven la ampliación de las capacidades productivas y la emergencia de las categorías propias del primer capitalismo industrial: el creciente uso de máquinas (en particular, en los dos sectores inicialmente más representativos: el textil algodonero y el siderometalúrgico), el empleo asalariado de hombres y mujeres en fábricas, la producción en serie de artículos que se destinan al mercado, la constitución de sociedades mercantiles de nuevo cuño...

Lo acontecido en determinados núcleos de la economía de Gran Bretaña a partir de la segunda mitad del siglo xviii y, en particular, a partir del decenio de 1780, se ha considerado a estos efectos como prototípico, adoptándose el caso inglés –primero en acontecer, pero también el mejor estudiado por teóricos e historiadores– como «modelo». Un modelo que facilita la ordenación en el eje del tiempo de otras experiencias nacionales, distinguiendo entre los países que se incorporan pronto al nuevo orden económico y social (first comers, early starters: por ejemplo, Francia, Bélgica, Suiza y, al otro lado del Atlántico, Estados Unidos) y los que se rezagan o de industrialización tardía (late comers, late joiners: Alemania, Italia y la propia España, por ejemplo, así como también, al este del continente, Rusia y, ya en el Pacífico, Japón).

Más difícil que precisar ese orden –aunque no sea, desde luego, tarea sencilla ni sustraíble al debate científico en muchos casos determinar la cronología de los comienzos de la industrialización–, más difícil es, de cualquier modo, analizar los factores y condiciones de todo tipo que explican no solo el despuntar de las sociedades industriales, sino también el propio curso del desarrollo económico moderno. La variedad de elementos causales y la complejidad de las relaciones que entre ellos se establecen hacen arduo su estudio.

Cuatro epígrafes sucesivos agruparán el contenido del capítulo. Primero se ofrece una visión comparada a largo plazo del crecimiento económico español. Luego, en los dos epígrafes siguientes, se entresacan los rasgos y hechos definidores que, bien en el curso del ochocientos, bien en el siglo xx, han acompañado a la mejora de las condiciones de trabajo y vida en la España contemporánea. A continuación, se traza un breve apunte «en clave europea» de la España actual, a partir del baremo que sirve de guía interpretativa a la trayectoria histórica descrita en este capítulo, la renta per cápita comparada con la de los otros países del continente. El capítulo se cierra con un apéndice que, a modo de cronología fundamental, detalla las fechas y los acontecimientos cruciales de la construcción de la Europa unida, anotando la participación de España en ese proceso que ha devenido decisivo para la propia evolución de la economía española.

Lecciones de economía española

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