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El alma: un campo de energía consciente
ОглавлениеEn términos físicos, el alma es un complejo de campos electromagnéticos y lumínicos que sirven de soporte a la experiencia y a la manifestación de la conciencia, la realidad fundamental de nuestro ser. Nuestra propia conciencia es un campo de energía. Los llamados cuerpos sutiles conocidos como doble etérico, cuerpo astral, cuerpo mental y causal son campos de energía que vibran en distintos niveles de frecuencia.
Los campos electromagnéticos forman parte de la organización de todos los sistemas materiales, desde los átomos hasta las galaxias. Hay campos microscópicos en cuyo interior las partículas de materia existen como cuantos de energía vibratoria. Estos campos constituyen la base del funcionamiento de nuestros cuerpos y de todos los cuerpos, animados e inanimados. A través del campo magnético se transmite la energía vibratoria de la luz. Asimismo, todo lo que llamamos energía electromagnética es energía gravitatoria. De modo que un campo electromagnético se comporta también como un campo gravitatorio. Los campos son también regiones no materiales de influencia y son el medio de acción a distancia. Esto significa que, a través de ellos, los objetos se afectan entre sí aun sin estar en contacto material.
En su teoría de la causación formativa, Rupert Sheldrake sostiene que la naturaleza de las cosas depende de unos campos denominados campos mórficos. Ya en 1922, Alexander Gurwitsch, biólogo, sostenía que el proceso formativo embrionario tiene lugar en un campo cuyos límites en general no coinciden con los del embrión, sino que lo sobrepasan. La embriogénesis se produce en el interior de estos campos. Lo que conocemos como sistema vivo estaría constituido por el embrión visible y un campo (léase alma). Así, un campo es aquella condición a la cual todo sistema vivo debe su organización típica y sus actividades específicas. Harold Burr y el ingeniero brasileño Hernani Guimaraes Andrade (citados por David Boadella) sostienen un concepto similar: hay un campo no físico de fuerzas que da forma y lleva a la formación de un cuerpo cohesivo. Andrade llamó a este campo modelo organizador biológico. David Boadella plantea una pregunta interesante: ¿el mundo de la materia genera campos invisibles o los campos invisibles generan el mundo de la materia? La conciencia es un campo organizador que está en las raíces de la existencia y actúa sobre las partículas que constituyen el mundo. A propósito de los campos mórficos, Rupert Sheldrake dice lo siguiente:
“Los campos mórficos son regiones no materiales de influencia que actúan a través del tiempo y del espacio. Los campos mórficos no desaparecen aunque muera la forma física. Son patrones organizativos de influencia potenciales y pueden volver a aparecer físicamente en otro tiempo y lugar en el momento en que las condiciones físicas sean las adecuadas.”
Ahora, ¿qué tal si aplicamos el concepto de campo mórfico al campo de energía del alma desencarnada? Veamos:
“El campo de energía de un alma desencarnada es una región no material de influencia que actúa a través del tiempo y del espacio. El campo de energía de un alma desencarnada no desaparece aunque muera la forma física. Es un patrón organizativo de influencia potencial y puede volver a aparecer (actuar o reencarnar) en otro tiempo y lugar en el momento en que las condiciones físicas sean las adecuadas.”
¿Qué les parece? Si recordamos que además el alma es un complejo de campos electromagnéticos, ya casi tenemos el panorama completo.
Dentro de este complejo de campos electromagnéticos se encuentra también lo que conocemos como aura magnética o simplemente aura. Todos los cuerpos animados e inanimados irradian un halo luminoso que algunas personas pueden ver naturalmente y que puede ser objetivado cuando el objeto de investigación es sometido a la acción de un campo eléctrico de alta frecuencia y elevada tensión, lo que se conoce como efecto Kirlian.
Los investigadores denominan al aura como campo bioeléctrico, ya que es el componente más físico del alma. Este campo bioeléctrico (aura) es un campo electromagnético y fotónico que se encuentra dentro y alrededor del cuerpo humano. Este campo bioeléctrico se encuentra en constante movimiento e interacción con lo que le rodea. Acepta materia e información del ambiente y refleja los procesos físicos, psicológicos y espirituales de una persona. Los pensamientos y emociones del individuo lo transforman continuamente. Se nutre de pensamientos y emociones positivos y se daña con emociones y pensamientos negativos. Cuando el campo bioeléctrico se encuentra alterado y el desequilibrio se prolonga en el tiempo, aparece la disfunción y luego la enfermedad en las zonas del cuerpo correspondientes a la alteración.
Se ha comprobado también que los campos bioeléctricos de las personas que se encuentran cerca físicamente están constantemente influyéndose e intercambiando energía, aun cuando no estén en contacto físico directo. El campo bioeléctrico de una persona se amplía cuando por detrás de ella se acerca alguien a quien ama. Esto prueba que sentimos la presencia y el tipo de energía de las personas que nos rodean aunque no seamos conscientes de ello. Con mi amigo Raúl Torres, máster en bioenergoterapia, hemos comprobado esta interacción de los campos bioeléctricos entre terapeuta y paciente.
Utilizando una cámara Kirlian tradicional, Raúl obtuvo bioelectrografías —impresión del campo vibratorio en una película fotográfica— de algunos pacientes y del terapeuta en el trabajo con la regresión. Las bioelectrografías se efectuaron antes de comenzar la regresión, durante y después de finalizada la sesión. Uno de los hallazgos fue comprobar que antes de iniciar la regresión tanto el paciente como el terapeuta ya se encontraban en un estado de conciencia modificado, hecho que no ocurría si el paciente sólo venía para un control. Más aún, el terapeuta presentaba esta modificación incluso antes de que llegara el paciente, lo que indica que a nivel inconsciente el terapeuta ya estaba dispuesto para el trabajo.
La otra sorpresa fue encontrar que, en ocasiones, la alteración energética que traía el paciente se evidenciaba también en el terapeuta y desaparecía de éste luego de finalizado el trabajo. Estos hallazgos prueban que hay un sustrato energético para el llamado rapport terapeuta-paciente, pero que además hay una conexión entre éstos antes de que se encuentren físicamente, lo que corrobora también que los campos se influencian y actúan a distancia.
Personalmente, prefiero referirme al aura o campo bioeléctrico como “campo vibratorio”, ya que éste no es algo fijo, sino que se encuentra en constante movimiento. Como ya lo hemos visto, el campo vibratorio funciona también como un campo gravitatorio y, además, es un campo protector. Para no caer en repeticiones, ocasionalmente utilizo como sinónimos los términos aura, campo bioeléctrico, energético, vibratorio o gravitatorio.
Ahora podemos considerar al alma perdida como un campo de energía que puede interactuar con el campo de energía de una persona viva, afectando sutilmente la mente subconsciente de ésta.