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Conclusiones

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Todas las empresas, y en especial las familiares, tienen un componente basado en el metaconocimiento, gracias a la unión entre capital intelectual, las tareas y objetivos a conseguir y la actividad cognitiva realizada. El metaconocimiento permite a la empresa ver más allá, tener una visión de futuro, así como ser sensible al impacto económico y social que tienen las medidas que lleva a cabo para conseguir sus objetivos.

Dentro del metaconocimiento el componente más importante es el capital intelectual, concebido como la suma de capital humano, capital estructural y capital relacional que trabaja en la organización. Este activo, junto con el conocimiento, es el más importante de la empresa y le permite adquirir ventajas competitivas de primer orden o de rango superior (ventajas en I+D+i) que sean sostenibles en el tiempo.

Una empresa sin metaconocimiento se convierte en una empresa de supervivencia a mediano plazo. Este cambio estructural se da, principalmente, por la atracción del capital intelectual por parte de corporaciones cercanas o competidoras, así como por la creación de nuevas empresas por parte del capital intelectual que ha dejado a la empresa familiar. Por ello, es fundamental que se produzcan en la empresa familiar los procesos necesarios para mantener el nivel de inversiones, la puesta en marcha o fortalecimiento de una política de incentivos en términos de carrera profesional y de gratificaciones salariales acorde con el cumplimiento de objetivos, el fortalecimiento de la imagen corporativa y de las marcas de la empresa a partir de políticas de responsabilidad social corporativa (RSC) o empresarial (RSE), y la atracción de nuevos clientes a la empresa gracias a la combinación de productos de alta calidad y bajo precio relativo.

En todo este proceso, los gestores —y, en su caso, propietarios de la empresa— tienen que cumplir con un papel fundamental. Para ello, han de saber gestionar el conocimiento y optimizar la utilización del resto de los recursos haciendo compatible la gestión de estos con la misión, la visión y los valores de la empresa. Las empresas que sepan hacerlo tendrán garantizado el éxito a mediano y largo plazo e, incluso, podrán crecer mediante la realización de pliopolios3 negativos a partir de la fusión y las adquisiciones de empresas, ya sea mediante la negociación y la compra directa a los propietarios familiares o mediante la adquisición de la mayoría de las participaciones sociales o, en su caso, de las acciones de la compañía si cotiza en los mercados financieros, ya sea en Bolsa, en el mercado continuo o en el mercado de corros.

En este sentido, las empresas familiares, sobre todo a partir de la segunda generación, una vez que han alcanzado un mínimo tamaño crítico, comenzarán a cotizar en Bolsa, generalmente en el mercado de corros, para a mediano plazo llegar al mercado continuo y lograr desde esta vía una financiación más barata que la realizada a partir de los préstamos tradicionales, estén o no pignorados por activos. Para realizar este proceso es, por tanto, fundamental atraer el capital intelectual más formado, experimentado y apto, para así mejorar el metaconocimiento y alcanzar, mediante la correcta gestión de este, posiciones de liderazgo en el sector y así optimizar objetivos y satisfacer los deseos de los stakeholders de la organización.

La empresa familiar ante la crisis

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