Читать книгу Jorge María Salvaire, CM - Juan Guillermo Durand - Страница 13

«Hermanos míos, escribiendo a los fieles de la primitiva Iglesia, el Apóstol Santiago les decía: “Hermanos, si siguiendo unos los caminos del error, alguno lo convirtiere, debe saber que cualquiera que hiciere a un pecador convertirse del error a la verdad, aquél salvará su alma de la muerte y cubrirá la muchedumbre de sus pecados” [St 5, 19-20]. Hermosas palabras que nos deben animar a todos para poner francamente la mano a la obra. Sí, unamos todos nuestros esfuerzos para la conversión de los indios; cada uno de nosotros traiga su piedra al edificio que esperamos levantar; todos paguemos nuestro tributo a una obra tan importante. Nosotros misioneros por el generoso sacrificio de nuestras personas. Muchos de entre vosotros, prestando los auxilios que estén a su alcance. Y todos, en fin, por nuestras oraciones, nuestros buenos ejemplos y la fiel práctica de todos nuestros deberes cristianos. De este modo, habremos bien merecido la patria y el cielo. Tenemos por garante las mismas palabras de Dios: “el cielo será nuestra recompensa” [Mt 5,12]» (Salvaire, primer sermón en Azul, 1874).