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1. Estrecho colaborador del Arzobispo de Buenos Aires

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Existe una faceta de la vida de Salvaire que el ejercicio del futuro ministerio lujanense, por su mismo peso y trascendencia, dejó prácticamente en la penumbra: el de misionero entre los indios “pampas”, afincados en las cercanías de las actuales ciudades bonaerenses de Azul (tribu de Cipriano Catriel) y Bragado (tribu de Pedro Melinao y José María Railef). Experiencia esta que, si bien breve en cuanto a su duración –dos años (1874-1876)–, fue intensa, abnegada y de profunda significación para la obra evangelizadora de la época, que ofrecía al Gobierno Nacional la alternativa de integrar a los indígenas a la “vida civilizada” por la vía del sistema pacífico de misiones o reducciones (capilla, escuela, trabajo organizado) con el fin de evitar la instrumentación de una simple “política ofensiva”, que pretendiera alcanzar el sometimiento de las tribus mediante el recurso a campañas militares de persecución y toma de prisioneros.

En este sentido, Salvaire se sumó al grupo de sacerdotes que colaboraron estrechamente con el arzobispo de Buenos Aires, Federico Aneiros, para que la “vía pacífica” de la misión comenzara a tomar cuerpo, primero, entre algunas tolderías de indios mansos o sometidos; para luego, una vez que alcanzara cierta maduración y contando con suficiente personal, se proyectara “Tierra Adentro”, camino de Salinas Grandes y Carmen de Patagones, rumbo a la lejana Patagonia (futura misión salesiana).


Una página de la libreta de viaje del P. Salvaire en la toldería de Namuncurá.

Las anotaciones corresponden el domingo 31 de octubre de 1875.

Esta dimensión de la vida de Salvaire, tan rica en vivencias y compromisos evangélicos, y de tan profunda raigambre humanitaria, pasó inadvertida para muchos de sus contemporáneos; y hasta el día de hoy, fuera del ámbito de su Congregación y de algunos especialistas, permanece prácticamente ignorada. La cercanía del centenario de su muerte, junto al cálido afecto que guardamos a su persona, nos llevó a ocuparnos de estudiar precisamente esta dimensión, sobre todo, a partir de la lectura de sus “papeles” personales, de la documentación complementaria (Archivos Casa Provincial de la Congregación de la Misión y Basílica de Luján) y de los periódicos de la época que se hicieron eco de sus actividades y viajes. El material reunido es abundante; y da pie para escribir más de una página sobre sus desvelos en favor de los indios con el fin de contribuir a mantener viva la memoria de este venerable hijo de San Vicente de Paúl, que siguiendo sus enseñanzas, supo manifestar corazón compasivo y entrañas de misericordia para estos “nuevos pobres” que fueron los indios de la llanura pampeana18.

Jorge María Salvaire, CM

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