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6. Disc. XV: Discurso de embajada a Juliano

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A pesar de que varios autores, entre ellos Foerster y Norman, consideran este discurso anterior al Disc. XVI, hay claros indicios de que el Disc. XV es posterior. Por una parte, en la última carta que Libanio le envió a Juliano (Ep. 811, de finales de marzo del 363) no hay mención alguna a la composición o envío del Disc. XV, pese a que ambos escritos perseguían el mismo objetivo. Por otro lado, del mismo discurso se desprende que, cuando estaba siendo escrito, ya habían llegado noticias sobre sus primeros éxitos militares (§§ 59 y 76). El proemio sólo puede ser posterior al cruce del río Kabur, a comienzos de abril. Esta impresión se ve confirmada por el parágrafo 73, donde el sofista dice que ya han transcurrido cinco meses desde la composición del Misopogon, publicado a principios de febrero, por lo que, teniendo en cuenta el cómputo inclusivo griego, la composición del Disc. XV debió de tener lugar a finales de mayo o junio. Además, el discurso refleja la misma seguridad y confianza en el triunfo que la Ep. 1402, dirigida por esas fechas a Aristófanes.

Aunque el Disc. XV pertenece al mismo género que el Disc. XVI, el symbouleutikòs lógos, su carácter es muy diferente. El tono acusador y amenazador del segundo da paso, en éste, a la súplica y a la humildad. Libanio reconoce la culpa de sus defendidos, los curiales de Antioquía, pero aun así pide para ellos el perdón por razones de fuerza mayor, basando así su argumentación en una stásis de cualidad (qualitas o poiótēs)27.

El Disc. XV no fue la primera ni la única composición de Libanio destinada a persuadir a Juliano de que cambiara de idea sobre Antioquía. Antes de salir de la ciudad, ya le había insistido sobre la cuestión, aunque sin resultado28. Poco después de marchar a Persia, le envió dos cartas (Ep. 802 y 811) con el mismo propósito. En la primera, le reitera su invitación para que regrese a Antioquía, y en la segunda, escrita en abril, le insinúa que, gracias a la severidad del nuevo gobernador, se ha producido un cambio en la ciudad. Ni siquiera rehusó Libanio emplear la vía indirecta: en la Ep. 1368, 1-3, lo vemos pidiendo al gramático Nicocles, antiguo profesor de Juliano y comisionado por Constantinopla ante el Emperador, que interceda por su patria. Sin embargo, la decisión de Juliano era firme y sólo su temprana muerte nos ha privado de saber si los ruegos de su amigo consiguieron ablandarlo.

Del pasaje de Disc. XVII 37, donde el sofista se lamenta de que la muerte de Juliano malograse la lectura de nuestro discurso, se deduce claramente que el Disc. XV no fue concebido para ser enviado a Juliano, sino para ser pronunciado delante de él. El contenido del discurso confirma esta impresión, ya que está escrito como si Libanio, elegido embajador de su ciudad, se dirigiera a un Juliano que regresa victorioso de la guerra. Por consiguiente, el presente discurso bien podría ser el borrador de una oración de bienvenida cuya redacción final quedó truncada por el curso de los acontecimientos. La obra que nos ha llegado tal vez fue pronunciada ante una reducida audiencia de amigos tras la muerte de su destinatario y parece poco verosímil que hubiera una amplia difusión posterior.

Discursos III. Discursos julianeos.

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