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1. Disc. XIII: Discurso de bienvenida a Juliano

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El primero de los discursos julianeos, el Disc. XIII en la edición de Foerster, es un discurso de bienvenida a Juliano o Prosphōnētikòs lógos14, que, como ya se dijo, le pidió el propio Emperador cuando entró en Antioquía (cf. Disc. I 120). Como dueño de la cátedra de retórica, Libanio hubiera sido el indicado para dirigirse a Juliano en nombre de la curia, pero, como se desprende de la narración del propio Libanio, el discurso de bienvenida no lo pronunció él, sino el comes Orientis Juliano, tío homónimo del Emperador. El discurso de Libanio se pronunció varios días después, con motivo de la ceremonia de clausura de los juegos organizados por el Emperador para celebrar su llegada a la capital siria, es decir, a finales de julio del 362, de lo que hay que deducir que el discurso se compuso antes de la llegada de Juliano.

Así pues, al no ser un discurso oficial, el Disc. XIII carece de algunos de los rasgos formales propios del Prosphōnētikòs lógos, como el elogio de la ciudad o de su gobernador. Nuestro discurso, por el contrario, se centra en el encomio de las gestas de Juliano en las Galias (parágrafos 20-40), aunque parece evidente que, para su elaboración, el sofista no tuvo acceso a fuentes oficiales: una obra, hoy perdida, escrita por Juliano sobre su victoria en Estrasburgo (cf. Ep. 35, 6 y Disc. XIII 25) y las epístolas a las ciudades, de las que sólo conservamos Al senado y al pueblo de Atenas. Precisamente, el discurso libaniano presenta importantes discrepancias con respecto a esta obra, especialmente en lo que se refiere al relato del levantamiento de Juliano en París. También es significativo el tacto con que el orador se refiere a la memoria del difunto emperador Constancio II, al que, sin embargo, pocos meses después, cuando ya conoce la opinión de Juliano sobre su predecesor, no duda en tachar abiertamente de tirano (cf. Disc. XIV 17). Es evidente que nuestro sofista aún no gozaba del favor imperial cuando compuso el presente discurso, motivo por el que muchas de sus afirmaciones serán corregidas en discursos posteriores.

El Disc. XIII fue concebido para ser pronunciado ante una audiencia cortesana, cuyo favor trata de ganarse en varias ocasiones, incluso el del siempre difícil Máximo. Si hacemos caso de lo que nos dice el autor en su Ep. 736, 2-3, Juliano quedó impresionado por el discurso, pero el sofista, a tenor de cómo se expresa en Ep. 770, 6, parece que tenía serias dudas sobre su calidad. Su amigo Seleuco le escribe para pedirle una copia, pero Libanio le responde que no desea publicarlo por no estar seguro de su calidad: «Afirman que es bueno, pero yo no estoy convencido, por eso lo mantengo escondido.»

Esta impresión se ve confirmada por Ep. 610, de agosto o septiembre del 362, que acompañaba a la copia del discurso que el sofista envió a Juliano: «Te envío este modesto discurso sobre grandes gestas. Tú eres dueño de que surja un discurso más importante si me das razones para que así sea.» La escasa confianza del autor en su discurso, que no debió de causar gran impresión en la corte15, unida a la composición posterior del Disc. XII sobre el mismo tema, pero esta vez contando con fuentes oficiales, empujaron al sofista a mantener en segundo plano un discurso lleno de datos erróneos y a no difundirlo, contra su costumbre, entre sus amigos.

Discursos III. Discursos julianeos.

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