Читать книгу El poder sanador del caos - Lucas Casanova - Страница 14
ОглавлениеINSATISFACCIÓN
OCTUBRE DE 2002
HACÍA POCO HABÍA EMPEZADO A LEER sobre budismo, después de haberme devorado el libro de Herman Hesse sobre la supuesta vida de Siddhartha Gautama.
Claro que los textos de filosofía y ética no son una novela, pero eso lo descubrí quemándome la cabeza para comprender algo que parecía muchas veces escrito para no ser comprendido.
Se dice que lo entendimos todo mal, que, en el pali, que es la lengua que el Buda histórico hablaba, dukkha significa insatisfacción y no sufrimiento. Para mí tenía mucho sentido, nada me venía realmente bien, nada me hacía sentir realmente contento, contenido. Sentía que siempre faltaba algo, que nunca llegaba, que siempre podría ser mejor de lo que era. Lo peor de todo, quizá, era la vergüenza que sentía de expresar esto mismo llevando una vida privilegiada. ¿Estaría haciendo algo mal?
Cuando el Buda hablaba de “cesar el sufrimiento” tenía mucha lógica para mí que se refiriese a esta sensación constante de no saber qué hacer, de querer más, de sentirse poco. Las veces que llevé a terapia mi trastorno obsesivo-compulsivo, Osvaldo, el psicoanalista que me atendía, me decía que controlar los procesos no me haría ni más feliz ni más seguro. Hablaba de neurosis, de la madre narcisista y del padre ausente, pero todo ese drama austríaco me parecía extraño y no terminaba de llegarme al corazón, donde parecían iniciarse y terminar todas las búsquedas.
Se me confundía la aceptación con la mediocridad, la imperfección con la posibilidad de amar quienes somos en cada momento. ¿No era acaso bueno querer superarse y ser mejor persona? El problema, claro, era que no podía amar por completo nada de lo que hacía, y mucho menos a mí mismo. Para mí el sufrimiento se remediaba pensando en hacer lo que podía con lo que tenía, amarme en ese proceso, y reconocerme insatisfecho… siempre queriendo más. Y no pude entender que no se trataba de eso hasta que no fui capaz de amarme.