Читать книгу Manifiesto por la igualdad - Luigi Ferrajoli - Страница 17
2 IGUALDAD Y DIFERENCIAS. DERECHOS DE LIBERTAD Y LAICIDAD 1. IGUAL VALOR DE LAS DIFERENCIAS Y LIBERALISMO. DISCRIMINACIONES U OPRESIONES DE LAS DIFERENCIAS Y AUTORITARISMO
ОглавлениеEn el capítulo anterior se ha visto el nexo que liga igualdad y diferencias. La igualdad en el primero de los significados distinguidos entonces, la llamada «formal» que aquí he llamado también «liberal», no es otra cosa que el igual valor asociado a todas las diferencias que hacen de cada persona un individuo diferente de todos los demás y de cada individuo una persona igual a las otras. A su vez, se ha añadido, este igual valor de las diferencias está asegurado por los derechos fundamentales de libertad y de autonomía, que gracias a su universalidad son todos —de la libertad de pensamiento y de prensa a las de reunión y asociación, de los derechos políticos en la esfera pública a los civiles en la esfera privada— derechos a la (afirmación de la) propia diferencia.
Así pues, existe un nexo biunívoco entre igual dignidad de las diferencias y liberalismo, o entre igualdad formal o liberal y derechos de libertad y, a la inversa, entre autoritarismo y opresiones o discriminaciones de las diferencias. En efecto, todos los sistemas normativos, las culturas y las prácticas de tipo autoritario se basan en discriminaciones o atropellos de diferencias personales, mediante supresiones o limitaciones de las libertades fundamentales. Los sistemas políticos autoritarios o, más aún, totalitarios se basan en la intolerancia y la represión del disenso, es decir, de las diferencias de opiniones políticas. Los sistemas teocráticos lo hacen en la intolerancia y la represión de herejías o en cualquier caso de las diferencias de religión. Los sistemas y las prácticas autoritarias de carácter doméstico se fundan en la subordinación de las mujeres a padres o maridos. En fin, las culturas y las prácticas racistas, que crecen en la época actual de la globalización, teorizan y promueven desvalorizaciones y discriminaciones de las diferencias de carácter étnico, hasta formas de explotación total, de guetización y de neoesclavismo1.
En suma, la agresión a la igualdad formal o liberal es el rasgo distintivo de los totalitarismos, los integrismos y los fanatismos políticos o religiosos, de los fascistas, racistas y fundamentalistas de cualquier tipo, unidos por la pretensión de que sus creencias y sus identidades superiores son «verdaderas» u «objetivas», en virtud de sus antropologías de la desigualdad, de las revelaciones divinas de las que se consideran intérpretes, o de las tradiciones culturales y de poder blandidas indefectiblemente por ellos contra los sujetos más débiles, oprimidos y virtualmente discrepantes. En efecto, cualquier forma de despotismo se manifiesta en la discriminación, la opresión o la reducción de las libertades y de la dignidad de cuantos son diferentes o en cualquier caso no se homologan con las identidades dominantes. Como se verá mejor en el § 3 del capítulo 7, racismo, machismo, homofobia, fundamentalismos religiosos o políticos son todas expresiones de una antropología de la desigualdad dirigida a dar sustento o a justificar prácticas iliberales de opresión, de persecución o de exclusión y en todo caso de negación de la dignidad de quienes las padecen. A la inversa, solo las garantías de los derechos de libertad aseguran el igual valor, la igual dignidad social y la pacífica convivencia de todas las diferencias de identidad personal cualesquiera que sean, incluidas las diferencias (que juzgamos) más perversas. Y solo el principio de igualdad formal y liberal, con los conexos derechos de libertad, asegura que el pluralismo político de los valores no degenere en la «tiranía de los valores» o en conflictos irreductibles entre ellos, incluso bélicos, dirigidos a la recíproca eliminación, sino que, por el contrario, resulte garantizado por las formas de la democracia política.