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I. CUATRO DÉCADAS DE UN JOVEN LETRADO

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Luis María Cazorla Prieto es Letrado de las Cortes desde el mes de junio de 1977. Ingresó en el Cuerpo mediante oposición, para la que presentó instancia un año antes, a los 25 años, tras cursar su carrera de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid y habiendo aprobado ya, en 1974, la oposición de Abogado del Estado. Dado que, a día de hoy, Cazorla permanece en activo en el Cuerpo de Letrados Generales, quiere decirse que lleva 43 años, ininterrumpidos, al servicio de las Cortes. También que va a seguir prestando buenos servicios a nuestro Parlamento, porque recientemente, tras cumplir 70 años, ha recibido de las Cámaras la autorización estatutariamente preceptiva para una prórroga excepcional, acordada por la Mesa del Congreso en su reunión de 26 de mayo de 2020, acompañada de parabienes a su decisión de continuar y del reconocimiento a su larga y sobresaliente labor.

Quien hoy está, lógicamente, en lo más alto del escalafón, a finales de los setenta era un chaval que ingresaba con una carrera meteórica en uno de nuestros Cuerpos funcionariales de mayor prestigio, compuesto por juristas de máxima categoría. Un Cuerpo bicentenario, nacido en Cádiz para asistir el trabajo de sus Cortes, entonces con solo cinco miembros, seleccionados mediante un concurso de méritos valorados por una comisión de tres Diputados y designados luego por mayoría absoluta de la Cámara en votación secreta. Oficiales que entonces se reclutaron de sus administraciones de origen en situación de comisión de servicios (Contaduría general de Indias, Ministerio de Marina, Contaduría General de Propios del Reino, y Departamento de Fomento General del Reino y de la Balanza de Comercio,…), para causar el menor gravamen al erario público en medio de la guerra. Pero que inmediatamente, el 17 de diciembre de 1811, ganaron sus plazas como funcionarios parlamentarios en propiedad, equiparados en régimen a los oficiales de la Secretaría de Gracia y Justicia, al crearse la Secretaría de las Cortes. El primer Oficial Mayor, antecedente del cargo superior que luego llegaría a ocupar también Luis Cazorla, tuvo el privilegio de vivir en sede parlamentaria la aprobación de una Constitución, como el propio Cazorla casi dos centurias después, aunque el destino de Juan Martínez de Novales fue infinitamente más desdichado, porque el 31 de julio de mismo 1812 falleció asfixiado por el humo de una granada francesa caída en la habitación que ocupaba en Cádiz1.

A diferencia del infortunado Novales y también del infortunio de la propia Constitución de 1812, Cazorla ha sido testigo y protagonista de más de cuatro décadas de prolongada vida parlamentaria constitucional. Un tiempo en el que, como he comentado en otros lugares2, a partir de la aprobación de la Constitución y de los Reglamentos parlamentarios se ha asentado un modelo cuyos rasgos básicos han perdurado y con el que las Cortes llevaron a cabo, primero, la intensa tarea de desarrollo de las previsiones constitucionales en los años inmediatamente siguientes a 1978, para estabilizarse luego, durante más de cuarenta años, como la institución fundamental de nuestra democracia y, en definitiva, de nuestra convivencia, encarnando el complejo de ideas fundamentales que legitiman la democracia en este tiempo complicado de gobiernos fuertes y de influyentes grupos sociales y mediáticos. Sin recaer, en consecuencia, afortunadamente, en las quiebras que en nuestro pasado histó-rico han determinado una colección de desgracias históricas y una lamentable sucesión de regímenes, Constituciones y Reglamentos parlamentarios de diverso signo.

De hecho, el ingreso de nuestro protagonista en las Cortes no pudo producirse en un momento más memorable de la reciente historia de España, como puede comprobarse con la sucesión de fechas que sigue a continuación. Su oposición se convocó el 14 de junio de 1976 (BOE de 19 de junio), para cubrir 4 plazas en las entonces unicamerales Cortes Españolas. Franco había muerto, pero todavía era Presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro, sustituido, sin embargo por Adolfo Suárez dos semanas después de la mencionada convocatoria. Cuando el 27 de enero de 1977 (BOE de 2 de febrero) el Presidente de las Cortes, Torcuato Fernández Miranda, designó el tribunal de la oposición, ya estaba España en el corazón de la Transición a la democracia, habiéndose aprobado por las Cortes franquistas la Ley 1/1977, de 4 de enero, para la Reforma Política. El tribunal lo formaron el Vicepresidente primero de esas últimas Cortes, José Finat Escrivá de Romaní, Conde de Mayalde, como Presidente, y los Vocales Ángel González Álvarez, Procurador en Cortes, Gaspar Bayón y Chacón, Catedrático, Felipe de la Rica Montejo, Letrado Mayor de las Cortes, y los Letrados de las Cortes Antonio Bouthelier Espasa, Fernando Sainz Martínez de Bujanda y Nicolás Pérez-Serrano Jaúregui (joven Secretario del tribunal).

Bajo la Ley de la Reforma Política se realizó por tanto el primer ejercicio escrito, el 16 de marzo de 1977. Y, precisamente, entre esa fecha en la que los opositores escribieron ocho horas sobre dos temas y antes de que los mismos iniciasen, la semana siguiente –desde el día 21– la lectura de esos escritos ante el tribunal, se había aprobado el capital Real Decreto-ley 20/1977, de 18 de marzo, sobre Normas Electorales (BOE 23-3), que hizo posible celebrar las primeras elecciones democráticas.

De hecho, ya entre el primer ejercicio y el 25 de abril, que comenzó la práctica del segundo, con los orales de noventa minutos para la exposición de nueve temas, el Real Decreto 679/1977, de 15 de abril, había formalizado la convocatoria electoral, llamando a las urnas para celebrar elecciones el 15 de junio. Así, los ejercicios tercero (práctico) y cuarto (idiomas) se celebraron también durante el periodo electoral, los días 4 de mayo y 6 de mayo, respectivamente.

Todas estas circunstancias históricas pueden constatarse en el Archivo del Congreso, en la documentación correspondiente a las oposiciones de 1976 (Gobierno Interior, Legajo 161. Exp. Núm. 1) en la que constan los 369 temas que los opositores hubieron de afrontar (distribuidos entre las materias de Teoría General del Derecho, Teoría Política, Derecho Constitucional, Derecho Administrativo, Derecho Financiero y Tributario, Derecho Privado, Derecho Penal, Derecho Procesal, Derecho Internacional, e Historia del Derecho), así como los 35 firmantes de las oposiciones, de los que 14 leyeron el primer ejercicio, aprobando 10, de los que 6 aprobaron el segundo, aprobando finalmente 4, los Letrados Cazorla, Juan José Pérez Dobón, Emilio Recoder de Casso y Alfredo Pérez de Armiñán.

En este expediente consta la brillante oposición de Luis Cazorla, finalmente número 1 de su promoción, tras unos ejercicios en los que escribió casi cien folios en el primero, desarrollando un tema parlamentario (Las fuentes del Derecho Parlamentario) y otro de Teoría General (“El Institucionalismo”), afrontó a continuación los nueve temas del oral segundo, completó una dictamen práctico sobre el Reglamento de las Cortes, la reserva de ley y el entonces existente recurso de contrafuero del art. 59 LOE, y otro sobre un contrato de permuta, y se examino finalmente de inglés y de francés.

Notable conjunción de temas, ciertamente, porque, como ha recordado hace poco tiempo Nicolás Pérez-Serrano Jaúregui, el Derecho Parlamentario que conocíamos entonces era por los libros3 y las dificultades de preparación no se quedaban ahí, porque esos libros tenían que ser, en realidad, italianos, franceses, ingleses o alemanes, y porque, como ha detallado Fraile Clivillés4, tampoco había preparadores para esta oposición, que se convocaba sin ninguna regularidad –en la suya hacía siete años desde la última convocatoria–, y con escasas plazas. Todo ello, además del volumen y la transversalidad del temario, la complejidad de unos ejercicios que exigían conocer los temas para escribir cuatro horas o hablar sobre lo mismo en diez minutos, o la exigencia de dos idiomas en tiempos que no son los de ahora.

Esta promoción de Letrados, de cambio de tiempo histórico, a la que ha denominado Alfredo Pérez de Armiñán la promoción de la Ley para la Reforma Política, todavía hubo de jurar las Leyes Fundamentales de Franco, con un pequeño acto, celebrado el 31 de mayo en el Salón Ministros del Palacio de San Jerónimo, en presencia del Presidente Fernández Miranda y el Letrado Mayor Felipe de la Rica, acto previo a tomar posesión, con títulos firmados por el Presidente, el 1 de junio de 1977, a escasos días de las elecciones del miércoles 15 de junio.

Estudios en homenaje al profesor Luis María Cazorla Prieto

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