Читать книгу Estudios en homenaje al profesor Luis María Cazorla Prieto - Luis Cazorla González-Serrano - Страница 9

II. CAZORLA EN LA LEGISLATURA CONSTITUYENTE Y EN LA PRIMERA CONSTITUIDA

Оглавление

Pero cuando los cuatro nuevos Letrados empezaron a trabajar pocas semanas después, el escenario era ya novísimo. Pérez Dobón5 ha recordado cómo vivieron con enorme expectación la inmediata presentación de credenciales de los Diputados y Senadores elegidos el 15-J y que formaron las Cortes Constituyentes. Son las Cortes del cambio en sus momentos fundacionales, que ya no van a reunirse solo, como las de Franco, dos o tres veces por trimestre. Un Parlamento que ahora tiene dos Cámaras, ubicadas inicialmente en el mismo Palacio del Congreso, con el Senado en una Sala de su segunda planta, hasta su traslado en noviembre de 1977 a la Plaza de la Marina Española. Y, lógicamente, con plétora de actividad: acumulando al tiempo la necesidad de organizarse como una institución completamente distinta, el trabajo para elaborar una Constitución democrática y de concordia, la aprobación de una legislación ordinaria de nueva planta y la incipiente tarea de controlar demo-cráticamente al Gobierno.

Unos años antes, según suele contar el también Letrado de las Cortes José María Gil Robles y Gil Delgado6, otro Presidente de las Cortes, Esteban Bilbao, había advertido al recibir a los Letrados de nuevo ingreso de una promoción anterior, que no debían olvidar que esto no era un Parlamento…. Así que ahora tuvieron que empezar por rescatar un recopilatorio de Constituciones y Reglamentos históricos de España, que pudiese servir a Diputados y Senadores en su momento inicial. Y por aprobar disposiciones interpretativas/correctoras del Reglamento vigente –de 1971– que permitieron comenzar a funcionar, firmadas por el nuevo Presidente de las Cortes, Antonio Hernández Gil (de 30 de junio y 11 de julio de 1977). Así, fueron apareciendo las Juntas Preparatorias, los Grupos parlamentarios, los Secretarios Generales (Francisco Rubio Llorente en el Congreso y Nicolás Pérez-Serrano Jaúregui en el Senado, nombrados por Hernández Gil ese mes de junio de 1977, junto al Letrado Mayor Felipe de la Rica y personajes decisivos para poner todo en marcha), la solemne sesión de apertura de la Legislatura por el Rey (22 de julio), la Junta de Portavoces, las Mesas conjuntas (o reunión conjunta de las Mesas del Congreso y del Senado para acordar los temas comunes),… Y, en breve meses, un Reglamento provisional del Congreso de los Diputados, aprobado el día 13 de octubre de 1977, un Reglamento provisional del Senado, aprobado el día 14 de octubre de 1977 y una Ley 51/1977, de 14 de noviembre, sobre regulación provisional de las relaciones entre las Cortes y el Gobierno, reguladora de la moción de censura y de la cuestión de confianza. Nada menos.

La Constituyente solo duro año y medio. Pero en ese periodo tan intenso los funcionarios hubieron de hacer de todo. Los Letrados, escasos –y sin dedicación plena muchos de ellos–, tuvieron que multiplicarse, especialmente los de las últimas promociones. Lo han contado López Garrido, Santaolalla o Fernández Fontecha, en el estupendo libro de María Luisa Alguacil ya reflejado en la Nota v). Y han contado su experiencia de Secretarios Generales multiusos tanto Pérez-Serrano como Rubio Llorente7, desbordados al tiempo tanto por lo parlamentario como por lo administrativo (locales, contratos, personal, procedimientos burocráticos,…), como incluso por algunos contenidos políticos sobre los que tenían que intervenir, frecuentemente delicados en un momento instituyente muy complicado. Solo tres Letrados pudieron desplazarse para atender al Senado cuando se mudó de San Jerónimo –Pérez-Serrano, Pérez Dobón y Pérez de Armiñan–, sin perjuicio de que todo Letrado seguía sus proyectos en ambas Cámaras. Desde la otra orilla, el Diputado constituyente Oscar Alzaga reflejó con reconocimiento agradecido este tremendo esfuerzo de un personal abnegado, escaso y mal retribuido8.

Cazorla quedó inicialmente adscrito al Congreso, con otros compañeros como Bretal o López Garrido. Todos cabían en la planta segunda del palacio. Sumando efectivos en ambas Casas, 24 letrados para 59 Comisiones, según reflejan los cronistas. Por eso, se adoptaron medidas inmediatas y sucesivas: ese mismo año se convocaba una segunda oposición para cubrir cinco plazas de Letrados (se cubrieron 3), y el 20 de junio de 1978 se previeron 20 plazas escalonadas, convocándose 6, de las que solo se cubrieron 2, que ingresaron el 2 de enero de 1980. Poco a poco fue formándose con ello un buen cuerpo de jóvenes opositores, que fuimos luego ingresando en los años siguientes.

En definitiva, un tiempo irrepetible para todos. Impagable, en concreto, para Luis Cazorla. Desde luego, por la acumulación especialmente atractiva de novedades y retos, pero también, muy especialmente, por la oportunidad histórica de vivir en primera línea la elaboración de una Constitución, a la que el Cuerpo de Letrados contribuyó además con dos Ponentes constitucionales (Fraga Iribarne y Pérez Llorca) y también con comentarios a la Constitución como los dirigidos por el Letrado Fernando Garrido Falla y publicados en 1980, o con la posterior segunda edición por el Congreso de los Comentarios dirigidos por Alzaga en 9 volúmenes. Sin olvidar el remarcable hito de que dos Letrados, padre e hijo, los Pérez Serrano, hayan asesorado en la elaboración de dos Constituciones distintas (la de 1931 el padre y la de 1978 el hijo).

El propio Cazorla ha dejado testimonio del entusiasmo del momento, de la existencia de una profesionalidad de un nivel extraordinario, y de un ambiente familiar y muy grato, que permitía compartir café con todos. También de unas enormes buena voluntad, deseos de concordia y ganas de acertar9. En ese tiempo, Cazorla aprende el oficio, al mismo tiempo que el oficio se rediseña y crece. Asiste a sus primeras Ponencias y Comisiones. Trabaja también un tiempo en el Senado, desde abril de 1981. Y contribuye al momento normativo extraordinario que se vive, de auténtica construcción de un Estado demo-crático de nueva planta. En la Constituyente, la prioridad es, obviamente, la Constitución. En la I Legislatura constitucional, que comienza el 27 de marzo de 1979 y llega a octubre 198, se trata ya del intenso desarrollo legislativo de la Carta Magna, periodo transitorio, de una peculiaridad y una complejidad jurídica extraordinarias, en el que coexisten transitoriamente y se van sustituyendo pieza a pieza dos ordenamientos antitéticos en numerosos extremos, en particular en la arquitectura institucional del Estado y en la regulación de los derechos fundamentales que ahora reconoce la Constitución.

En concreto, la tarea de asesoramiento legislativo de Luis Cazorla comenzó en la Comisión de Economía y Hacienda del Congreso, tramitando un proyecto de ley que finalmente sería la Ley 50/1977, de 14 de noviembre, sobre medidas urgentes de reforma fiscal. Reforma que según recuerdan los anales, supuso nada menos que la ruptura del sistema fiscal anterior y su modernización, conllevando cambios tan importantes como la alteración sustancial del reparto de la carga tributaria, la ampliación de la capacidad recaudatoria y del número de contribuyentes, el levantamiento del secreto bancario o la introducción del delito fiscal.

Este proyecto tuvo entrada en el Congreso el 4 de agosto de 1977 (BOCD de 8 de agosto), tras publicarse en el Boletín del día anterior unas normas aprobadas por el Presidente del Congreso, Fernando Álvarez de Miranda, precisamente para establecer el procedimiento a seguir con un proyecto como este, lo que da idea de la precariedad procedimental con la que se empezaba a trabajar. El Letrado Cazorla recuerda que se estrenó con ello en ese primer verano porque el titular de la Comisión, el Catedrático y Letrado de las Cortes Fernando Sainz Martínez de Bujanda, a quien siempre reconoció Cazorla su magisterio, había tomado sus vacaciones. Y suele relatar que se desarrolló una ponencia muy trabajada con Diputados muy formados: ponencia designada por la Comisión el 9 de agosto y compuesta por los Diputados Rovira Tarazona, Barón Crespo, Trías Fargas, Tamames Gómez, López Rodó, Echevarría Gangoiti y Rodríguez-Miranda Gómez.

Pero, como todo el que lo conoce sabe, Cazorla ha sido siempre una persona extraordinariamente activa y de ese primer trabajo parlamentario surgieron nuevas dimensiones de una biografía riquísima. Por una parte, en ese tiempo y en ese ámbito nació también el profesor universitario, porque, precisamente a partir de tal Ley, elaboró Cazorla su tesis doctoral y de ella nació su primer libro (El secreto bancario10), prologado en 1978 por el Ministro Fernández Ordóñez. Y aquí no puedo omitir que Cazorla ha repetido todos estos años a quien le ha querido escuchar que la formación del Letrado de las Cortes es propicia para escribir libros y desarrollar una vida académica que además enriquece su trabajo en el Parlamento (y viceversa), en lo que coincido plenamente. Pero, en segundo lugar, además, dado que se había mantenido en activo como Abogado del Estado en Hacienda, lo que entonces era posible, al conocerle aquel agosto de 1977 el Presidente de la Comisión, Jaime García Añoveros, y al ser éste nombrado tiempo después Ministro de Hacienda, Cazorla pasó a ocupar en 1979, a su lado y hasta 1981, el puesto de Director de Gabinete del Ministro.

Estudios en homenaje al profesor Luis María Cazorla Prieto

Подняться наверх