Читать книгу 100 años de periodismo en el Perú - María Mendoza Micholot - Страница 20

3.2 Las primeras agencias de noticias

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Las agencias de noticias precursoras del sistema informativo internacional nacieron en el siglo XIX. Su éxito se halla asociado al desarrollo del telégrafo, de las vías de comunicación terrestre, del teléfono y sobre todo del cable submarino.

La captación de un mercado más allá de sus países de origen propició su extensión y desarrollo, tanto como las críticas en su contra.

Existe una estrecha correlación entre el imperialismo y las áreas de influencia de las agencias. De hecho, esta distribución es fruto de acuerdos internacionales entre ellas para repartirse los espacios geográficos, de una manera similar a lo que hacían los estados con los territorios de África, Asia u Oceanía, y llevar adelante una práctica oligopólica en el mercado de la información, que les permite imponer duras condiciones a sus clientes (Bordería et al. 1998: 344).

En Estados Unidos surgió Associated Press (1848), mientras que en Europa lo hicieron Havas (1832), Wolff (1849) y Reuter (1851) que, de 1859 a 1934, funcionaron oficialmente como un cártel.

Entre 1859 y 1875 la agencia Havas es el vértice del sistema […]. Entre 1876 y 1889, la hegemonía pasa a Reuter […]. Reuter mantendrá su predominio aproximadamente hasta 1909. A partir de esa fecha comienza a hacerse visible la futura hegemonía de Nueva York. En esa ciudad, al peso nacional de la vieja AP, se ha unido la pujanza interior y exterior de la Internacional News Service y de United Press Service, desde 1904 y 1907, respectivamente (Timoteo 1992: 33).

En Lima, Havas Reuter comenzó a operar el 1 de julio de 1875, en la calle de Jesús Nazareno número 19, bajo la dirección del francés Lucien Veber (Weber). Al año siguiente suscribió contrato con El Comercio, según anunció este diario el 29 de abril de 1876, en la página 2 de la edición de la tarde:

En virtud de un contrato que hemos celebrado con la agencia Havas Reuter, pronto debemos principiar a recibir telegramas especiales y exclusivos para El Comercio, con todas las noticias importantes de Europa y América.

El alto precio de estos telegramas, pues cada palabra transmitida de Europa a Lima cuesta por término medio diez soles, nos ha obligado, no obstante las facilidades que nos ha prestado la agencia Havas Reuter, a limitar por ahora aquel servicio a un despacho semanal: a menos que se realicen acontecimientos notables que hagan necesario telegramas extraordinarios.

Mediante este arreglo, y siempre que esté expedito el ramal entre Caldera y Valparaíso, que como se sabe es causa con frecuencia de que se retarden por dos días los despachos a Europa, esperamos poder comunicar a nuestros abonados algunos de los principales sucesos de aquel continente a las venticuatro horas de haberse realizado. Esto sin perjuicio de regularizar nuestro servicio telegráfico de Paita, mediante el cual continuamos recibiendo noticias europeas, menos recientes pero más extensas y que servirán de complemento a las que nos lleguen por el sur.

El primer telegrama por el cable debe llegarnos del 10 al 12 de mayo próximo.

La información de las agencias aparecía, como hoy, en los diarios capitalinos, con sus respectivos créditos, aunque no de manera frecuente porque su costo era elevado. La Opinión Nacional comenzó a publicar cablegramas vía Galveston gracias al convenio con la agencia Havas Reuter en 1907, según difundió en un anuncio publicado el 2 de febrero de ese año.

Desde fines del siglo XIX, Reuter pasó a controlar los dominios del Imperio Británico y algunos países de América del Sur, como Argentina y Chile; Havas extendió sus redes por el imperio francés y la Europa mediterránea; Wolff tenía el centro de Europa y pequeños territorios de África y Oceanía; mientras que las estadounidenses Associated Press, International News Service y la United Press Service tenían presencia en el continente americano.

Entre otras conexiones concretadas en esos años, en 1874 se comunica Europa con Brasil, en 1876 la red alcanza a Chile y en 1880 llega a México, desde donde se baja por la costa del Pacífico hasta el Perú (Bordería et al. 1998: 344).

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