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4. El hábito de leer periódicos

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En el siglo XIX, el periódico no solo se convirtió en el primer instrumento de comunicación, sino en el medio de “la nueva sociabilidad que se estaba gestando en Lima” (Mc Evoy 2007: 71). Por su intermedio se movilizaron a muchos actores políticos de Lima y del resto del país, se alentó su integración intelectual y, por esta vía, se contribuyó a la participación cívica de la población.

Según el escritor y político chileno Victorino Lastarria, la capital era “una ciudad de lectores”, contaba con innumerables escritores limeños, un amplio público lector, así como cafés “llenos a todas horas de gentes”. En cambio, el intelectual portorriqueño Eugenio María de Hostos se asombraba del tipo de información o guerra verbal que se ventilaba en los polémicos “Comunicados” de inicios de la década de 1870 (Mc Evoy 2007: 71-72).

Para tener una idea de la lectoría de la época habría que considerar que Lima pasó de tener cincuenta mil habitantes en 1840 a setenta mil en 1870, aunque la proporción de lectores era bajísima, en parte, por el alto volumen de analfabetos: tres cuartas partes de los peruanos eran considerados indígenas. A inicios de 1870, cinco diarios que circulaban efectivamente todos los días aparecían como los más influyentes para el debate y voceros de la opinión pública. Pero el tiraje y la circulación eran reducidos. Prueba de ello es que durante la campaña electoral de 1871, los partidarios de Pardo leían los periódicos en voz alta en plazas y otros lugares públicos, debido “[…] probablemente al reducido universo de alfabetos que existía dentro de los posibles simpatizantes y a que no se podían mandar tantos ejemplares de periódicos a las distintas provincias del país” (Mc Evoy 1999: 136).

Los diarios limeños, emulando la experiencia de otros países, se vendían principalmente por suscripción, lo cual aseguraba por lo menos la venta de un número determinado de ejemplares; en 1871, El Comercio tenía 2200 suscriptores (Mc Evoy 2007: 71). No deja de ser interesante que durante el siglo XX esta modalidad publicitaria cayera en desuso y más significativo aún que recién en el presente siglo XXI se haya retomado de manera más extendida, siguiendo las modernas estrategias de mercadeo.

La lectoría debió ir en aumento, considerando el incremento de los espacios publicitarios. Después de la Independencia, estos avisos empezaron a aparecer en los volantes que anunciaban la llegada de productos a las tiendas más acreditadas. El surgimiento de nuevos establecimientos comerciales, cuyo público objetivo eran los extranjeros, y de los listines para promocionar las corridas de toros también contribuyeron al avisaje comercial.

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