Читать книгу Mal de muchas - Marcela Alluz - Страница 14

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Los domingos suele venir mi hermana con su familia. Tres niños tiene. Mis sobrinos. Los dulces nietecitos de mi madre. Todo es un alboroto, desde las compras del día anterior hasta la hora en que se van. Pero sirve de evasión esa visita para soportar el agobio de los almuerzos las dos solas. Nuestros almuerzos de domingo que suelen terminar con la frase, Al menos un hijo hubieras tenido. Un hijo, o hija, mejor, sí, una mujer, así tendrías alguien que te cuide cuando seas vieja. Como vos, le digo, pretendiendo ofenderla. Sí, responde, yo al menos tengo dos hijas que calculo que me darán una mano cuando no pueda conmigo. O planeen asesinarte, pienso yo, pero no lo digo. Aquí la única que tiene libertad de expresión es mi madre. Y vaya que la usa.


Mal de muchas

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