Читать книгу Mal de muchas - Marcela Alluz - Страница 9

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Yo sabía exactamente lo que me esperaba cuando acepté volver a vivir con mi madre. Pero no tenía adónde más ir. Volvía cumpliéndole la profecía que lanzó cuando me fui, Ya vas a venir con el rabo entre las piernas. Las madres siempre saben. Pensaba que iba a ser por un tiempo, por eso me aguanté la sorna. Pero los meses se hicieron años. Después, debo confesar, me dije, ya se va a morir. No, no se ha muerto, está cada día más viva y estoy por creer que me voy a morir yo primero. A veces me alegra eso, pero me pongo a imaginar con quién se quedaría y me entra la pena.

Hasta he pensado algunas veces en asesinarla. Pero a las madres no se las mata. Además, es tan fuerte que sobreviviría y yo terminaría presa.

Por ahí sería mejor que esto. Pareciera que ella sabe cuándo tengo estos pensamientos porque mágicamente me pregunta cosas del estilo, Te hago un café, nena, y ya me siento la más miserable de las hijas.


Mal de muchas

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