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2. ESTABILIZACIÓN Y ESTABILIZACIÓN ECONÓMICA EN LOS DICCIONARIOS ESPECIALIZADOS

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En el caso de los términos estabilización y estabilizar, su incorporación en el DRAE no implicó un reconocimiento y adopción –inmediata– de dichos términos por parte de los textos de referencia económica. Por el contrario, su uso fue escaso, por no decir nulo.

Esta indiferencia frente al vocablo estabilización, sin embargo, quedó al margen una vez que se puso en marcha el Plan de Estabilización de 1959. De hecho, al poco tiempo algunos diccionarios tradicionales en la materia, como el Diccionario de Economía Política de Wolfgang Heller17, incluyeron entre sus términos la voz estabilización18, que en múltiples ocasiones se unió al término económico, quedando como resultado la expresión «estabilización económica»19.

El reconocimiento de la palabra, y posteriormente de la citada expresión en obras de referencia, no supuso una coincidencia con relación al significado o sentido del término. Todo lo contrario. Al examinar las definiciones o sentidos que se establecieron para la voz estabilización y la expresión estabilización económica, es posible catalogar las explicaciones que se dieron a dichas voces en cuatro grupos, a saber: como política de estabilización, como estabilidad de precios, estabilidad en el tipo de cambio y como estabilidad de la balanza de pagos.

Una primera aproximación, como indicamos recientemente, fue el empleo de la palabra estabilización para referirse a los llamados planes o políticas de estabilización20. Prueba de ello son el ya citado Diccionario de Economía Política de Wolfgang Heller21, el Diccionario de Banca y Bolsa de Lucas Beltrán22 y el Diccionario Económico y Financiero de Bernard y Colli23. Sin embargo, esta inicial coincidencia en cuanto al tema a analizar no se extiende al momento de explicar el sentido de las citadas voces. En efecto, el diccionario de Heller entendió la estabilización, y en particular los planes de estabilización, como el conjunto de medidas útiles para «conseguir la estabilidad del sistema económico, tanto en el aspecto de los precios como en el nivel del empleo y de renta nacional»24. Es decir, la estabilización económica, constituiría el fin último de los planes de estabilización, comprendiendo una estabilidad de los precios, del empleo y de las rentas nacionales. Para alcanzar este objetivo, señalaba el diccionario, se pueden utilizar medidas fiscales y monetarias. Para el primer caso se indica que «la adopción del superávit, exceso de los ingresos sobre los gastos, en los momentos de inflación y del déficit, exceso de los gastos sobre los ingresos o en las fases de depresión»25. En el segundo, se hace alusión a «operaciones en el mercado abierto, las variaciones en el tipo de descuento, la fijación de los porcentajes de reserva, el establecimiento de topes de redescuento, la regulación selectiva de créditos, las recomendaciones a los bancos»26 entre otras acciones.

Por el contrario, tanto en la obra de Beltrán, como en el texto de Bernard y Colli, la estabilización, así como las políticas para alcanzarla tienen relación, específicamente, con la estabilidad del nivel de precios. En este sentido se pronunció Ramos Gascón, autor de la voz estabilización en el diccionario dirigido por Beltrán, al decir que «la actuación de las autoridades económicas encaminadas a eliminar el exceso de demanda en qué consiste la inflación»27, agregando a continuación, que estas actuaciones se «desarrolla[n] a través de una serie de medidas que, cuando alcanzan generalidades y están concebidas con tal carácter, componen lo que se llaman planes o programas de estabilización»28. En la misma dirección se pronunciaron Bernard y Colli al señalar que «las políticas (planes o programas) de estabilización se apoyan en la utilización de cierto número de medidas de actuación coyuntural adoptadas por los poderes públicos para dar fin a un proceso inflacionario y estabilizar el nivel de precios»29.

A pesar de la relevancia del término estabilización, particularmente en el caso de España, éste quedó momentáneamente en desuso, tanto en su configuración solitaria, como con relación a la explicación de los citados planes. Es más, la palabra estabilización pasó a constituir, por un lado, una parte de la expresión estabilización económica y, por otro, el citado termino dejó de lado las explicaciones relacionadas con los planes o políticas de estabilización enfocándose en la estabilidad de precios y, en ciertos casos, en la estabilidad del tipo de cambio.

Un claro ejemplo de este repentino cambio es posible observarlo en el Diccionario de Economía de Seldon y Pennance, que publicó ediciones Oikos-Tau en 1967, así como en el Diccionario de Economía y Administración de Suárez Suárez que editó Mcgraw-Hill en 1992. Así, el primero definió la estabilización económica como el «empleo de técnicas monetarias fiscales y de otro tipo, para evitar la deflación o la inflación notable en las naciones del mundo occidental»30. Para el segundo, la citada expresión se debía entender como la «ausencia de grandes fluctuaciones en el nivel general de precios y consiguientemente en el valor del dinero»31.

A partir de 1994, con la publicación del Breve Diccionario de Economía de Lozano Irueste, reapareció en los textos de referencia económicos la voz estabilización –sin adjetivo alguno– para explicar la estabilidad de precios32, y en ciertos casos, la estabilidad del tipo de cambio.

En el caso del Diccionario Espasa Economía y Negocios, se utilizó también el término estabilización, aunque a la hora de definir esta voz se introdujo una importante innovación. En efecto, este diccionario incluyó dos descripciones de la palabra –una general y otra específica–. Así pues, en la definición general se entendía estabilización como la «política económica que persigue detener las fluctuaciones o desequilibrios de las distintas variables del mercado mediante medidas presupuestarias, crediticias, monetarias, fiscales, comerciales, etc.»33. Es decir, se incluyó una definición en línea con lo formulado por en el Diccionario de Economía Política de Wolfgang Heller de 1965. En cambio, indicaba esta obra, «más estrictamente, [estabilización es la] compra y venta de la moneda del propio país para impedir fuertes fluctuaciones de su tipo de cambio»34.

El criterio del Diccionario Espasa Economía y Negocios fue compartido por el Diccionario de Economía y Finanzas de Tamames y Gallego, quienes incluyeron, para la palabra estabilización, dos acepciones. A saber: a) como la «acción de detener el alza de los precios y de mejorar la tendencia de las demás variables económicas, tras un periodo de fuertes tensiones inflacionistas y otros graves desequilibrios»35 y b) «en el sentido más estricto, poner los medios para evitar las fuertes fluctuaciones en el tipo de cambio de una moneda, interviniendo en los mercados libres de divisas con fondos “ad-hoc” que puede denominarse “de estabilización de cambios”»36.

Hacia 1998, esto es, durante la publicación de las obras recientemente analizadas se editó el Diccionario Capital Economía y Empresa dirigido por Elousa. En él, no solo se incorporó la expresión estabilidad económica, sino que se le dotó de un significado diferente a los ya analizados, al definirla como la «política restrictiva que tiene como fin corregir desequilibrios económicos fundamentales, sobre todo en la balanza de pagos»37.

En conclusión, tanto la voz estabilidad, como la expresión estabilidad económica no cuentan, desde la perspectiva lexicográfica general y especializada, con un único e inequívoco sentido que nos permita comprender –en toda su magnitud– el significado que tiene el citado término, que en el texto constitucional de 1978 se incorporó en el artículo 40.1. Sin embargo, el análisis de cómo ha evolucionado en el ámbito lingüístico la expresión estabilidad económica si permite observar las transformaciones que a su vez tuvo la comprensión de dicho concepto en la economía política.

La estabilidad económica en la Constitución Española

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